Ánonimo: tu corrector personal

Hace tiempo me dije que no dedicaría ni un solo minuto de mi tiempo a comentarios anónimos como el que puedes leer en el post anterior, el primero para ser más exactos.
Esta persona se dedica ni más ni menos que a buscar mis faltas de ortografía en cada post que escribo. Al parecer, no tiene nada mejor que hacer, que visitar este blog, buscar mis faltas y corregirlas. ¿Para qué? es sencillo, esta persona tiene varias personalidades, es decir: que me contesta, me corrige y se auto-contesta luego, ¿porqué lo hace? : se aburre. No tiene blog, o si y no quiere dar la cara. Y le molesta que yo sea la protagonista de este, que escriba como escribo, y solamente desea ser el protagonista un rato por aquí. Igual hará en otros blogs, que no os extrañe. Este anónimo es muy culto y listo, vaya, que tiene estudios, seguro que alguna licenciatura y cara, por supuesto, no le falta. Piensa que comparándome con Leonardo Dantés me voy a sentir mal. Piensa que con su comentario tan dañino y lleno de sarcasmo tendrá éxito. Que se va a convertir en ese anónimo que va a sacar a la luz la gran verdad: Que yo no sirvo para escribir, que tengo que abandonar: cerrar el blog.

Este anónimo, que viene a ser el mismo de siempre. Que seguramente me conoce (quien sabe) y me tiene envidia y un poquito de odio o manía. A cada uno le da por una cosa, yo lo respeto. A él le ha dado por mi. Lo que me pregunto es si pronto me pasará la factura por sus correcciones (¿está vez he escrito bien la erre? vas a tener que explicarlo mejor, que soy muy torpe) que son aparentemente gratuitas. Estaba yo pensando que antes de publicar mi libro le podría pedir que me lo corrigiese, seguro que en realidad eso es lo que busca, lo que quiere: que su nombre aparezca en un libro mío. Ja Ja Ja.

Yo los únicos estudios que tengo son EGB y un modulo de FP. Nada más. Nunca fuí buena estudiante. Quería hacer la carrera de Bellas Artes, no pude. Quería ser escritora, y estoy en ello. Es más, creo que ya lo soy, por el hecho de que ya escribo, guste o no, lo haga peor o mejor. Cuando me apetece pinto, y lo hago bien. También hago figuras en miniatura de cualquier cosa. A la gente le gusta, me dicen que son buenas. Y a mi, que es lo más importante, también me gustan. Me gusta lo que hago, lo que escribo. Pienso que tengo talento para escribir, que cometo faltas ortográficas como todo el mundo , lo que pasa que a mi se me suele olvidar corregir las faltas y a medio mundo no.

Y hoy, cuando he leído a mi querido anónimo he recordado lo buena que soy escribiendo. Lo mucho que me gusta hacerlo, y como no, que aún me queda mucho por aprender: por crecer.
No pensaba hacerlo, pero lo voy a hacer. Hay que darle trabajo a este anónimo. Así que a partir de hoy los comentarios anónimos dejan de ser posibles en este blog. Así pues, querido anónimo, ahora tienes trabajo: crearte un blog si no lo tienes ya. Tranquilo, no hace falta que lo uses, porque supongo que tu no gastas tiempo escribiendo, porque creo que poco tienes que ofrecer a la gente, a parte de comentarios ofensivos y dañinos. Así que te puedes crear un blog, solamente para poder acceder como usuario de blogger, que puedas comentar aquí, y puedas seguir corrigiendo mis faltas, y seguir jugando a hundirme en la miseria.

A todos nos da por algo, a él o a ella, le ha dado por mi. Mira que suerte. Encima, le tengo que dar las gracias ¿no?. Pues eso, que gracias por todo.

A tí

Mirabas el reloj, nerviosa. Y me inquietabas moviendo tus manos, enrredando tus dedos.
Detenías el tiempo con el movimiento de tus pestañas, sin saberlo.
Yo te miraba con mis ojos nublados y salados. Yo también quería detener el tiempo.
Que las despedidas no me gustaban y si eran contigo menos aún.
Nerviosa, te preguntaba si volverías. Y el silencio dejaba de existir. Las gafas se terminaban empañando hasta el punto de poder dibujar la inicial de tu nombre en el cristal.
Pedía lo imposible: No te vayas.
Tú, me calmabas con un: Pronto volveré.
Y te marchabas. Y desde ese momento los días dolían más y las noches eran más frías.

Y yo quedaba en la acera de una ciudad que hasta pisarla dolía. Y maldecía a los taxis que te separaban de mi. Y al recordar el gesto de tu mano diciéndome adiós dolía casi tanto como el silencio que quedaba en mi habitación recordando tu ausencia y tu despedida.

Ahora te miro y te digo: no te vayas. No te vayas nunca. Egoísta quizás y enamorada también.

Las apariencias...

¿Cómo es ella? -le pregunté-

Es muy guapa, tiene los ojos verdes. Muy claros, una sonrisa amplia. El pelo por los hombros. Es muy sexy. Le gusta estar guapa siempre, y que yo se lo diga. Que le diga: ¡mira que eres guapa!. Se pone muy tonta. Sonríe, y cuando sonríe ilumina la casa entera y si vamos caminando por la calle casi todo el mundo le hace un repaso con la mirada. Entonces es cuando me cojo de su brazo, como diciéndoles a todos: ¡esta mujer es mía, mía, mía!.
No solo es guapa. Es simpática, dulce, limpia, educada, responsable, trabajadora. Lo tiene todo. El otro día le dije que si me estaba tomando el pelo, que si había alguna cámara oculta y pronto alguien me diría que todo esto es una broma. Ella se rió. Yo soy todo lo contrarío. Un patán. Lo único que se hacer bien es cocinar, y ella come poco, más que poco, mejor decir que come demasiado sano. Yo puedo cocinarle unos espaguetis a la carbonara, los más ricos. Pero ella prefiere una ensalada y un poco de pechuga de pollo. Le cocino igual, pero no puedo sorprenderla con mis platos favoritos.
Es perfecta, se despierta por la mañana y va al baño, se pone una mascarilla en la cara y se puede pasar así toda la mañana. Con la cara verde. Cuando se la quita, su piel, queda incluso más suave que la piel de un bebé. Cuanto la quiero. Es maravillosa. Los sábados se sienta en el sofá y llama a sus amigas, tan educada...me pregunta que si puede telefonear a una amiga, y luego a otra, y a otra,y a otra, y así se puede pasar el resto de la tarde. Hasta que llega la noche. Cuando oscurece cenamos y nos vamos a la cama. Estos días atrás no le apetece tener sexo. Ella es tan inteligente, me dice que está pasando una etapa de desarrollo interno y que no podrá tener sexo durante un tiempo. A mi me da igual. Con dormir con ella me basta. Aunque tengamos que dormir casi con medio metro de separación en la cama, porque es tan lista y a hecho tantos cursillos espirituales que dice que por la noche si dormimos pegados nos robamos el espacio vital y no descansamos bien. Así que bien separados. No pasa nada. Ella es fantástica. Muy lista, ya ves.

El otro día me dijo que su padre está muy enfermo. Que vive en Asturias, el pobre hombre, solo y dejado. Me ha pedido que le preste mi coche, quiere hacerle una visita. Es tan buena. Le he dicho de acompañarla, pero me dice que aún es pronto para hacer presentaciones, que cuando hagamos el año. Yo la comprendo.
Mientras trabajo se queda en casa, ahora está en paro. Pobre. Se tuvo que ir del trabajo. Ella llevaba las cuentas de una importante empresa. El dueño le provocaba demasiado estrés. Y ella sabía que su jefe andaba de putas y gastaba millonadas, con lo cual la empresa caería en quiebra. Y antes de quebrar decidió irse de ese trabajo. Mientras me lo contaba lloraba, pobre. Lo pasó mal.

Ella ahora está en casa. La acabo de llamar y se ha puesto al teléfono un hombre, y he quedado extrañado. Al momento se ha puesto ella, y me ha dicho que tenemos que llamar a telefónica y quejarnos, porque últimamente las líneas se cruzan.

¿no es increíble? he encontrado la mujer perfecta. Soy un hombre felíz.

Paralelismos

Aquellos días lo que más deseaba era perderme en alguna playa desierta, donde sentarme frente al mar, y escribir en una libreta todo lo que por aquel entonces no necesitaba contarle a nadie, pero si tenía que dejarlo escrito, en alguna parte. Gente de mi edad (por aquel entonces gente de unos 20 o 21 años) hacían planes: discoteca o beber litros de cerveza frente al Hipercor. Conmigo esos planes no encajaban ni encajaron nunca. Una compañera de clase me preguntó: ¿tu por donde sales?. Yo no salgo por las noches, yo por las noches escribo y de madrugada escucho la radio, un programa que me gusta bastante -le respondí-. Ella se echó a reír. Y yo quedé indiferente. Nadie, en aquellos días de instituto entendió mi afán por escribir. Muchas y muchos compañeros, en clase, mientras el profesor explicaba como se hacían los asientos contables, miraban como yo, escondía bajo los apuntes de contabilidad un montón de poemas que iba escribiendo, en aquellas horas de clase.
No me entendían. Y no hacía falta que ellos me entendiesen.

No sé que día la conocí. Soy muy mala para las fechas, tan mala, que para saber que día es hoy tendría que mirar mi reloj, o el calendario. Pero la conocí. Nos enamoramos. Nos confundimos quizá. Éramos tan iguales como distintas. Con vidas paralelas. Pero este paralelismo lo fuimos descubriendo poco a poco, conforme los años iban pasando. Sólo ella comprendió ese afán tan mío por la escritura. Cuando por la noche, escribía en la cama, en una vieja libreta iluminada por la luz gastada de mi viejo flexo. Sólo ella entendía mis noches en vela, escribiendo aquellos versos. O aquellas historias que nunca viviría, o quizá sí. Y me entendía porque a ella también le pasaba.
Con ella me perdía por las calles. Siempre que nos citábamos llovía. Y el paraguas nos hacía acercarnos la una a la otra. Recuerdo que el olor de su pelo y su piel me hacia estremecer. Y durante una temporada ella era mi inspiración en todos mis poemas. Me inspiraba hasta para tener sueños. Cuando soñaba con su cuerpo desnudo sobre mi cama. Como la hoja de mi vieja libreta, impoluta, y preparada para que yo escribiese mis historias, para que volcase mi sueños sobre ella. El tiempo nos cambió. El destino nos separó físicamente, pero ella sigue dentro de mi como aquella persona que entendía cada una de mis palabras y yo entendía de la misma manera las suyas. La recuerdo y la guardo en un lugar muy importante. Aún le escribo cosas, he aquí la prueba. Que hay muchas formas de amar, y yo a ella la amo, como si de una hermana se tratara.
Nuestras vidas siguen siendo paralelas. Y da igual cuanta distancia exista. Sé que cuando alzo la mano o la voz ella estará ahí , como lo estaré yo. Lo bonito de toda esta historia, de este paralelismo, es que nos seguimos teniendo la una a la otra, nos seguimos comprendiendo, como el primer día. Y da igual el tiempo que pase, o como de diferentes sean nuestras vidas.

De vuelta a la gran ciudad

Hay gente que se ha preguntado por mi ausencia. He estado de vacaciones en mi ciudad, en Granada, y por eso no he tenido tiempo para actualizar el blog. Con mi familia podía estar solamente 2 días, con Internet y con mis ganas de escribir, puedo estar el resto del año. Pero con ellos, por suerte y desgracia a la vez, no. Llegué el Lunes, pero para acomodarme de nuevo a la gran ciudad, a la rutina que nos embarga cada día (y que adoro), he necesitado de tres días más. Para darme cuenta de que todo sigue igual. De que no se ha movido nada. De que nadie me ha quitado lo que quiero: mi casa sigue aquí, mi trabajo, mi pareja, mis amigos. Todo sigue como lo dejé y eso me gusta, me hace sentirme infinitamente feliz. Pensaba que mi visita a Granada sería triste, sin embargo no ha sido así. Desde que bajé del tren y respiré ese aire que desde que penetra por tus fosas nasales te congela por dentro, supe, que esa ciudad ya no era mi hogar, que lo fue un día, y por ello le guardo mucho cariño en un lugar preferente dentro de mis pensamientos. Pero que por nada de este mundo querría quedarme en Granada. Las noches que dormí en casa de mis Padres eché de menos mi cama y el beso de buenas noches que solo ella sabe darme. Tenía miedo, cuando caminaba por las calles de Granada, miedo a que ocurriese algo que me impidiese volver a Barcelona. Tenía miedo a perder el autobús de regreso. Incluso, miedo a morir allí.

Mi Madre me pregunta: ¿Tienes pensado quedarte en Barcelona por mucho tiempo?. Y yo le contesto que Barcelona me encanta, que esta ciudad tiene todo lo que yo necesito, que tengo un trabajo que me gusta, y que me proporciona tiempo libre para poder escribir, pintar y hacer figuras con fimo. Mi Madre asiente con la cabeza. Ella no quiere tenerme tan lejos. Pero ya tengo 26 años, no soy aquella niña que ella aún ve y que seguramente sigo siendo, y mi sueño es : trabajar para vivir, y escribir para sentirme viva. Ella se ríe. Mi Madre no entiende que pueda estar tan lejos de la familia. Mi Madre no piensa que los sueños se pueden cumplir. Ella pinta cuadros, y lo hace muy bien. Le dije que luchase por dedicarse a eso, que dejase de limpiar la mierda de oficinas y bares y que pintase y vendiese sus cuadros, que seguro que alguien se los compraría, pues hay que estar realmente ciego para no ver que lo que ella pinta es arte: el arte de una mujer de casi 50 años que no cree en los sueños, que no cree que se puede vivir de hacer lo que a uno le gusta.
Mamá, deja de limpiar -le repito- pinta, pinta cuadros y ponlos a la venta. Mira, mira que bonitos -le digo, señalando uno de los cuadros- a cualquier persona con buen gusto le gustaría tener ese cuadro colgado en la entrada de su casa. Todo el mundo quedaría boquiabierto mirándolo. Aquí, solo se llena de polvo Mamá.
Pero mi Madre no me creé.
Y yo creo en ella y en mi, por las dos.

Doy las gracias a toda la gente que me ha escrito e-mails para preguntarme que si estaba bien y que echaban de menos mis escritos. Gracias a todos. Doy las gracias a CHELO. A ver si me consigue encontrar: Chelo es una chica que conocí en el tren camino de Granada, por una equivocación en mi billete. Ella se sentó a mi lado, y me acompañó durante una hora de viaje, una hora cargada de magia, donde descubrí que las almas gemelas existen, y no tienen porque ser tu pareja o un amor platónico. A ver si me encuentras Chelo y seguimos la charla aquí, en Barcelona.

El día del Padre

El día del Padre siempre me ha recordado al día de los enamorados. Yo pienso que cualquier día es bueno para hacer un regalo a tú Padre, o para acordarte de él. Sin embargo hoy es un día de esos, en el que a los Padres, les hace mucha ilusión aunque no lo digan, que sus hijos les llamen para felicitarles.
En cuanto he salido de trabajar he llamado a mi Padre para felicitarle: Eres la única que me ha felicitado -me dice un poco apenado-. Estamos a más de 700 km, sin embargo, con una sola llamada, hoy, he estado más cerca de mi Padre que ninguna otra persona.
He querido decirle: Papá, me he acordado hoy de tú día, de ti, pero cada día te recuerdo. He querido decirle lo mucho que le quiero. Pero no sé porque a los hijos nos da tanta vergüenza decirle a nuestros Padres lo mucho que los queremos. Nunca lo he entendido, pero es así.
Menos mal que hay muchas formas y palabras de decirle te quiero. El llamarle hoy, por ejemplo, ha sido una.
Nunca te lo digo, pero lo dejo aquí (aunque suene infinitamente cursi e infantil):

Te quiero Papá

Gente hipócrita

Hacen bromas contigo, llegan a hacer que te creas que les caes bien. Te ofrecen chicles, un poco de su comida, e incluso te llegan a invitar a un café. Intentan saberlo todo de tu vida. Quieren que les cuentes cualquier cosa referente a compañeros de trabajo o jefes. Les encanta que lo sepas todo, para que se lo cuentes: se alimentan de eso. Una vez que lo saben todo de ti, te utilizan: hablan de ti a tus espaldas, y por cierto, nada bueno. Cuando te ven, todo son halagos y sonrisas, y desde que te giras, ya planean la crítica del día sobre ti. Son personas generalmente muy envidiosas y celosas. En realidad te criticarán por todas esas cosas que ellos no tienen, y les encantaría tener.

Yo suelo tener muy buen ojo para este tipo de gente, y me basta una sola mirada para saber si es hipócrita o no. Yo me río de esta gente. Y les castigo con lo que más les duele, la indiferencia. Aunque de vez en cuando me encanta alimentarles, con su manjar preferido: ser yo también hipócrita con quien lo sea conmigo. Así se alimentan y crecen, hasta que un día se dan cuenta de que contigo están perdiendo el tiempo.

Los hombres también lloran

Me llamó una noche: eran las 2 de la madrugada. Yo estaba dormida, aún así, como siempre dejaba el teléfono encendido, escuché la llamada. Al descolgar escuché su voz. Él estaba llorando: Necesito verte, esta noche necesito dormir con alguien. Él es un buen amigo, una vez me salvo el cuello en el Bar, cuando unos chulos entraron para llevarse la recaudación del día. El intervino y desde ese momento nos hicimos amigos. Esa noche me necesitaba. Me levanté como pude de la cama, me vestí, me puse una chaqueta, la bufanda y salí corriendo hacía su casa. Ni siquiera me dió miedo caminar a esas horas por la calle, menos mal que vivía cerca de casa. Cuando llegué lo encontré casi desnudo, había intentado cortarse el abdomen con un cuchillo de cocina, sangraba. Le cogí de la mano y lo lleve hasta el comedor, le hice sentarse en el sofá, mientras le curaba la herida. Él lloraba, nunca había visto llorar a un hombre de aquella manera. Él era guapo, joven, y trabajador. La chica con la que estaba le había puesto los cuernos con un ex, un tío con el que según decía no quería ni el saludo, y le falto poco tiempo para acostarse con el.
Joder, la quería -me dice llorando-, es muy difícil que yo me enamore, no lo suelo hacer, y para una vez que me enamoro me pasa esto. Lo malo no es los cuernos, lo malo es que a pesar de todo la sigo queriendo. La verdad es que verle sentado en el sofá, llorando y triste, daba tanta pena como rabia. En ese momento podría haberle dicho que hay más chicas, que el mundo no se ha terminado. Que es guapo y sensible, y eso a las mujeres nos gusta mucho. El me miraba: ojalá te gustasen los chicos también, seguramente me habría fijado antes en ti, que en ella -me dice-. ¿Y quién ha dicho que no me gusten?. Prefiero a las mujeres, pero esto no quiere decir que me pueda gustar alguno -le contesté-.
Sé que de haber sentido atracción por él, esa noche no hubiese pasado nada entre nosotros. Nos pasamos toda la noche abrazados en el sofá, con una manta por encima. Él temblaba, y yo de vez en cuando le destapaba para ver como tenía la herida. Le tenía en mis brazos, como si fuese muy frágil, de hecho, lo era. En esos momentos era el hombre más frágil de la habitación. Y el único.
Pasó bien la noche. Yo, no dormí, tuvo muchas pesadillas, y repetía el nombre de la mujer que tanto daño le había hecho, y yo cada vez que se retorcía entre sueños, le abrazaba y le susurraba que no pasaba nada. En algún momento abrió los ojos y me dio las gracias casi susurrando.

Por la mañana yo quedé dormida en el sofá. El se levantó y me preparó unas ricas tortitas con chocolate (mis preferidas) para desayunar. Dibujó en las tortitas con chocolate dos ojos y una boca sonriente. Cuando desperté y vi la mesa con el desayuno listo, sonreí. Desayunamos juntos. El no paraba de darme las gracias y yo no paraba de decirle que no me las tenía que dar.
No me fui de su casa hasta que me prometió que seguiría curándose la herida y que a partir de ahora miraría más por él mismo. Me prometió que lo haría. A cambio le dije que nos volveríamos a ver cualquier otro día.

Le conté a unos amigos lo que sucedió y que pasé la noche con él. Todos pensaron lo mismo: que nos habíamos acostado. Qué equivocados estaban, no todos los hombres necesitan acostarse con amigas para seguir siendo hombres, o para sentirse mejor, también necesitan cariño, compañía, ternura: no estar solos. Esa noche le cuidé y no hizo falta sexo para que se sintiese mejor.
A día de hoy sale con una chica. Llevan 1 año y medio juntos ( y que duren ), me comentó que le contó lo miso que he contado yo en este post, y ella le dijo que tuvimos sexo aunque no lo quiera reconocer. Él le aseguró que no, que durmió en mis brazos toda la noche, y que por la mañana me preparó el desayuno. Su novia sigue sin creerle, y para ella soy la amiga que se aprovechó de su tristeza para echar un polvo con el. Se reía mientras me lo contaba, y me decía que si al menos eso hubiese sido cierto, que vale, pero que no siéndolo...............
Cómo somos a veces las mujeres. A veces comprendo demasiado a los hombres.

Viaje y recuerdos

La semana que viene cogeré un tren que me llevará hasta Granada. Tengo muchas ganas de pisar de nuevo la que hasta hace unos meses ha sido mi ciudad. Sé que se me va a hacer muy raro llegar allí, después de las vueltas y los cambios que ha sufrido mi vida hasta el momento. Me veré caminando otra ver por esas calles que tanto me dolían a cada paso. Seguramente pase por la calle donde viví mis últimos días junto a ella. Y subiré la calle, por donde arrastré bolsas de basura llenas con mi ropa. Cuando tuve que transportar mi ordenador: torre, pantalla, teclado, en brazos hasta la casa de mi Madre, y en más de una ocasión tuve que detenerme a sentarme en el filo de la acera, no por el peso que llevaba sino por las lagrimas y la tristeza, que no me dejaban seguir caminando.

Caminaré por esas calles, con miedo.... con miedo de que ocurra algo que no me permita volver de nuevo a Barcelona: a la vida que ahora tengo. Caminaré y sé que vendrán a mi mil recuerdos, y se que es posible que nos crucemos por la calle, y posiblemente tu cambies de acera, o no. No lo sé. Nunca he sabido algunas cosas, y a estas alturas tampoco pretendo saberlas. Granada me traerá tantos recuerdos que un día me hacían tanto daño. Pero sé, y de esto si estoy segura, que esos recuerdos ya no son capaces de hacerme ni tan siquiera un simple arañazo.

Tenemos miedo

Tenemos un trabajo, que nos guste o no, es nuestro. Vamos a el cada día, con la ilusión de que hoy, nuestro jefe nos sonría, o nos riña menos. Con la ilusión de que nos tengan en cuenta nuestro trabajo, y que tanto esfuerzo no se quede perdido en el tiempo. Vamos a nuestro trabajo, y en algunas ocasiones deseamos que el jefe nos llame a su despacho y nos diga que nos sube el sueldo. Con este pensamiento sonreímos e imaginamos a todos los sitios a los que podemos viajar con ese aumento de sueldo. O la cantidad de hipoteca que cada año nos podemos quitar de encima. Pero luego nada de esto pasa, ni nos suben en sueldo, ni tu trabajo es reconocido. Pero seguimos trabajando cada día, en el mismo trabajo y pidiendo a Dios que nos hagan contrato indefinido, o los que son fijos ya, que no pase cualquier cosa y sean despedidos.

También existe ese miedo a que alguien venga y nos arrebate a esa persona que tanto amamos. A nuestra pareja. Tu pareja te dice que te quiere, que no te cambia por nada, y tu le crees. No digo, que tengamos que desconfiar de nuestra pareja, no debemos hacerlo nunca (a no ser que tengamos motivos suficientes). De quién si tenemos que desconfiar es de las demás personas, esas personas, que conoces, que sabes que están ahí, acechando y buscando el momento perfecto para entrometerse en la relación. Suelen ser antiguos rollos o -ex parejas pesadas que no han podido aceptar que no se les eche de menos. Y estás personas, nos gusten o no, están ahí, esperando que te despistes, o que no, pues hay personas que les echan mucha cara a todo. Personas que simplemente les gusta joder la vida a los demás, porque sus vidas están demasiado vacías, y les gusta llenar sus vidas vaciando la tuya. Y tu tienes miedo a que alguien se interponga. Es un miedo que no siempre está presente. Hasta que ese viejo rollo o esa -ex, da señales de vida, señales luminosas y acústicas, como las de la ambulancia o policía. Desde ese momento sabes que tu vida no volverá a ser igual.

Tenemos miedo a la muerte de nuestros seres queridos, por ejemplo nuestra familia. Tenemos miedo de que se mueran nuestros Padres, o algún hermano. No sabes del verdadero dolor que se siente hasta que alguien de la familia se va para siempre. La muerte de algún familiar muy cercano, me refiero a Padre, Madre o hermano, significa el cambio de tu vida. Tu vida, desde que esto sucede cambia. Y sufres una crisis existencial llena de preguntas sin fin. De arrepentimientos. Porque te queda esa espina clavada, de aquello que nunca le dijiste. O de aquellos abrazos que no te dio tiempo a regalarle. Y sabes que ya no hay tiempo para nada. Porque quien se va no vuelve. Nos da tanto miedo la muerte como la felicidad, porque la muerte sabemos que sucederá tarde o temprano, y la felicidad no sabemos cuanto durará.


Tenemos tantos miedos. Aunque realmente a lo que tenemos que tenerle miedo es: a no tener miedo.

LLanto de niña

Cuando una niña, que no es tu hija, ni tu sobrina, ni tu hermana, se pone a llorar a las 5 de la mañana, y te despierta un llanto que podría ser propio de alguien a quien están pegando una paliza, te asustas. Y no solo te asustas si no que te desvelas, e intentas taparte con la almohada para dejar de escuchar ese llanto. Pero no funciona. Y te tapas los oídos con los dedos, pero tampoco funciona. Intentas dormirte escuchando el llanto, pensando que ese llanto es un ruido que forma parte de tu cabeza y que debes de hacerte a él. Pero no se puede. No se puede dormir con el llanto de una niña a la que parece que estén matando a las 5 de la mañana. He pasado despierta una hora de reloj. Ahora se lo que pueden llegar a sufrir las personas que sufren insomnio, y no pueden dormir. Se lo que es mirar el techo, y querer subir al piso de arriba, coger a esa niña y hacerla callar de alguna forma. Es desesperante a la vez que humillante, no poder dormir de un tirón, como normalmente vengo haciendo. Es un rollo que no sea tu pareja quien te despierte por la noche con calientes intenciones, que tampoco lo sea un sueño erótico, o algún sueño, como los que tengo a veces, en los que vuelo, y me despierto al rozar el suelo.
Es terriblemente triste que seas tu quien despierte al despertador, en vez de al contrario.
Duermes mal una noche y todo el día se te hace pesado.
Hoy, mientras trabajaba, escuchaba el llanto de la niña en mi cabeza, una y otra vez. Solo pedía y repetía algo una y otra vez: que esta noche no llore, que esta noche no llore, que esta noche no llore....

Como no conseguí y perdí varios trabajos

Estaba muy ilusionada, era un trabajo de 8 de la mañana a 3 de la tarde. Este es el mío, me dije. La entrevista era a las 5 de la tarde, así que a las 4 me puse en marcha. Tenía que ir a un sitio muy céntrico, y subir hasta la planta 2º planta que era donde estaba situada la oficina. Tarde 30 minutos en llegar al lugar. Era una 2º planta pero como no tengo muy bien las rodillas, me dije, pues voy a coger el ascensor. A las 16:35 horas el ascensor se detuvo entre la 1º y 2º planta, conmigo dentro. Me asusté mucho. Estaba encerrada. Pero no me preocupé mucho pensé que alguien vendría en mi busca, pues aún quedaban 25 minutos para la entrevista. Pensé que por muy tarde que me rescataran del ascensor llegaría a tiempo, porque subiría hasta la 2º planta andado sin ningún problema. Golpeé el ascensor, grité, intenté llamar por el teléfono móvil a la empresa, o a alguien para no sentirme tan sóla, pero no tenía cobertura. Me senté en el suelo, hasta que por fin a las 17:25 me rescataron. Me abrieron la puerta y salí. Una ver fuera el teléfono comenzó a sonar, no quería cogerlo, quería ir corriendo para hacer la entrevista y explicarles el porqué de mi retraso. Pero descolgué porque me llamaban desde el mismo número que me llamaron para ir a hacer la entrevista. Cuando descolgué el mismo hombre serio preguntó por mi, dije que era yo. La conversación fue la siguiente:

-Sí, soy yo diga...

-Tenía usted una entrevista con nosotros a las 5 de la tarde y no ha acudido, podría usted haber avisado de que no venia para no esperarla.

-Sí, estoy aquí, en la segunda planta, donde tenía la entrevista, pero no veo sus oficinas, verá, es que me he quedado encerrada en el ascensor y me acaban de sacar ahora mismo.

-Perdone señorita, pero en esta finca no tenemos ascensor, así que dudo mucho que usted se haya quedado encerrada. Se podría inventar una excusa mejor, de todas formas ya ha perdido usted la oportunidad de hacer la entrevista, y con mentiras pierde usted puntos. Buenas tardes.

-Espere...

Y colgó. Me dejó con la palabra en la boca. Quede alucinando, así que bajé las escaleras muy deprisa, salí fuera, miré el número en el que estaba: 202. Saqué el papel donde tenía apuntada la dirección: 220. Quise morir. Estaba en el edificio equivocado. Solté un pequeño grito en mitad de la calle, una señora que pasaba se apartó de mi lado (pensaría que le iba a robar el bolso).

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Una oficina. Una pequeña oficina. Las 9 de la mañana. Mucho trabajo y pocas ganas de trabajar. Mi jefe de mal humor. Mis dos compañeras riéndose de la cara de dormida que tenía. Yo bostezando una y otra vez. Teníamos que hacer ingresos de mucho dinero en ciertas cuentas corrientes. Mi compañera, entre risa y risa cometió un fallo, colocó un cero de más, y aquello se disparó. En el trabajo nos tenían dicho que no nos podíamos equivocar, que teníamos que tener mucho cuidado, aunque tardemos más en terminar. Ella había puesto un cero más, hay que ver lo que puede cambiarte la vida un cero de más, que de menos: 20.000 euros/200.000 euros.
Ella se había equivocado. Así que de la risa pasó al llanto. Me acerqué a ella, la intenté consolar. Ella estaba muy nerviosa, si perdía ese trabajo se quedaría en la calle. Yo vivía con mis Padres. Pero ella apenas sobrevivía con el sueldo que cobraba. Y en cierto sentido me sentía algo culpable de su fallo, porque cuando lo cometió estaba bromeando conmigo. No te preocupes -le dije-, ahora vuelvo.
Me metí en el despacho de mi jefe, y le dije que había puesto un cero más en una gestión. Me gritó, se puso histérico, empezó a hacer llamadas a un montón de números. Yo estaba en mi silla, sentada, mi amiga me miraba de reojo. Me preguntaba que porqué le había salvado el cuello de esa manera. Da igual, -le dije-, para que te echen a ti, que me echen a mi.

Cuando terminamos nuestra jornada, el jefe se acercó a mi, y me dijo que fuese a su despacho, pero también se lo dijo a mi compañera. Que se quedó un tanto sorprendida. Le seguimos hasta su despacho. Nos dijo: No soy tonto, hay un programa que me dice desde que ordenador se ha realizado la gestión.
Por lo tanto, el sabía que no había sido yo. Nos echó a las dos a la calle: a ella por equivocarse y no querer decirlo, y a mi por encubrirla.

La línea que nos separa

A veces me pregunto a que distancia está la línea que nos separa de las personas. Esa línea que me separa de ti, o a ti de él o ella. Cómo de grande será, y en que momento se rebasa. Es algo que nunca sabremos. Ya que dependiendo de la persona, su distancia varía. No está igual de lejos para ti que para mi. Para mi siempre suele estar demasiado lejos. Necesito mirar mucho a las personas, investigarlas, analizarlas, conocerlas día tras día, para rebasar esa línea. A mi me lleva mucho tiempo, porque la vida me ha hecho ser así o porque simplemente siempre he sido así. A otras tan sólo les basta de una mirada para rebasar esa línea, y juro que a veces siento envidia, porque yo no se hacer eso. El rebasar la línea en varios días tiene una cosa mala y otra buena: la buena es que conoces antes la vida de las personas, la mala que a veces, con las prisas, se deja ver antes lo malo, que lo bueno.

También existen personas con las que no existe línea. Esa línea ha desaparecido sin forzar situaciones, sin nada. Esto me pasa 3 veces al año (muy pocas) pero cuando me pasa, esas personas se quedan en mi vida para siempre, ocupando un lugar muy importante y especial en mi vida. A las que tardo en conocer más tiempo, tardan más en entrar a mi vida, pero como las prisas no son buenas, y de esto estamos todos de acuerdo, casi siempre suelo acertar.
Si es que ya lo dijo alguien alguna vez: "la familia viene impuesta, pero a los amigos los eliges tú".

Por eso elije y déjate elegir. No hay nada más bonito que la mirada de cariño sincero de un amigo/a, o que te busque una tarde cualquiera porque necesita que tú le escuches.
Así que da igual si rebasas la línea en tres día o en dos meses, lo importante es que hay un momento en que la rebasas y da igual cuanto tiempo hayas necesitado para hacerlo.

Llamada

Tu llamada me asaltó subiendo las escaleras mecánicas del metro. Cuando miré la pantalla del teléfono, y vi tu nombre, me estremecí. No descolgué tu llamada. Quedé mirando tu nombre iluminado en la pequeña pantalla. Fui recordando aquellos días, en la playa, cuando aún tu mano y la mía se alcanzaban. Cuando con tan sólo mirarnos deteníamos el tiempo. Cuando el amor era eso. Cuando éramos tu y yo, y nadie más. Y mientras tu nombre brillaba: lloré. Hacía 2 años que no te lloraba. Sin embargo, esta vez, te lloré, y todo me dió igual. No importó cuanto tiempo hubiese pasado. Metí la mano en el bolsillo de mi chaqueta, dejando caer el teléfono dentro y con el mis lágrimas y tu recuerdo.

Y un día, aparecen

Suelen aparecer cuando menos las esperas o las necesitas. Son esa clase de personas a las que un día tu recuerdo les acecha. Aparecen mediante una llamada al teléfono, un mensaje al móvil o incluso un mail. Dependiendo de como de original sea esa -ex así será su señal de vida inteligente. Las hay quienes te llaman al móvil y nada más descolgar te preguntan ¿te acuerdas de mi? llevo diciendo de llamarte un año y medio y nunca lo hago, pero me acuerdo mucho de ti. Otras, te dejan un mensaje en el móvil y si no les contestas insisten con otro mensaje, del tipo: Ya veo que no quieres saber nada de mí. Hay otras que directamente intentan coincidir contigo en alguna parte, y después de los dos besos, uno en cada mejilla, te dice lo guapa que estás y lo mucho que se alegra de verte.

Suelen querer contactar contigo por varios motivos:

1º- Porque la melancolía le aborda un día. Un día de esos en los que le da por recordar los buenos momentos que pasaba contigo.

2º- Porque ha tenido una pelea con su pareja, y de repente se da cuenta de que contigo las cosas eran de otra manera, entonces necesita, al menos, captar tu atención.

3º- Porque es el "perro del hortelano", sí, que ni come, ni deja comer. Y normalmente, cuando es por este motivo, lo mejor es hacer caso omiso de sus llamadas.

4º- Porque su vida le va fatal. Porque no encuentra otra pareja. Porque al menos contigo tenía compañía y diversión, y peleas, que las peleas a veces tampoco vienen mal.

5º- Porque se acuerda de aquellas noches de sexo desenfrenado. Os peleabais mucho, pero en la cama os compenetrabais demasiado bien. Así que se propone atraerte a su cama, y lo malo es que en un 80% de veces, lo consiguen. Dependen del día y de la persona, claro.

6º- Porque no pueden aceptar que la vida te vaya tan bien, que hayas encontrado una nueva pareja, un nuevo trabajo, una nueva estabilidad. Porque no soporta que tú no la llames, porque piensa que la vida te debe de ir muy bien para no necesitarla, ni tan siquiera, como amiga.

7º- Porque se dan cuenta, un día al despertar que te necesitan, que no te han dejado de querer. Y que dejarte fue un error, por eso van a intentar hacer todo lo posible para arruinar tu relación si es que la tienes, con otra persona, para entrar ellas, y volver a re enamorarte de alguna manera. Estas son las más aventureras, atrevidas e hijas de puta.


Sí, las -ex son jodidas y a veces perturbadoras de la tranquilidad. Pero están ahí. Son como las enfermedades, que están ahí siempre, y que igual que te puede tocar sufrir una grave enfermedad, te puede suceder que tan sólo te toque un pequeño resfriado. Estás cosas nunca se saben.
Ah, se me olvidaba, que también existen las ex mejores amigas, son ese tipo de ex que se convierten en tu mejor amiga. Sí, en esa ex, que un día te dice: Si es que tu y yo solo podíamos ser amigas. Pero estas se suelen dar poco, porque para tener una ex así, antes, debéis de haber terminado la relación de mutuo acuerdo, y sin malos rollos. Y esto, en muy pocas ocasiones sucede.

En fin. Las ex, ¿y quién no tiene una?

¿Y ahora, con esta canción, dime, quien no quiere una novia fea?



Mira que no soy dada a insultar a la gente "fea". Es más, soy de las que pienso que no hay mujeres feas. Pero he encontrado esta canción ahora mismo, y he llorado de la risa, hacia tiempo que no reía así. Joder, ¿porqué no llevan esta canción a Eurovisión?, está mucho mejor que el Chiqui Chiqui.

Aún me estoy riendo, ja ja ja.

Esos ojos brillantes

Casi cuatro meses hemos necesitado para quedar, por fin. Para volver a vernos las caras, y poder compartir un café. Hemos quedado en la puerta del Fnac, donde casi todos los enamorados, amigos y familiares quedan, o toman como punto de referencia. Yo he llegado antes, como siempre. Me gusta llegar a cada cita 15 minutos antes, me gusta eso de esperar, que no me tengan que esperar a mi. Cuando quedas con alguien, al menos para mi, no hay nada peor como llegar tarde. Tener a esa persona esperando, mirando el reloj, me desespera casi más que esperar yo. Por eso siempre llego antes, prefiero ser yo la que espere.
Y como iba diciendo, yo he llegado antes. He ojeado las portadas de las revistas en el Fnac, mientras con la mirada hacía un viaje por los rostros de las personas. Cuando he salido del Fnac, me he quedado mirando fijamente a un chico que plegaba su bicicleta, entonces a aparecido ella. Tan puntual. He de decir que no pensaba que para quedar conmigo hiciese falta ponerse tan guapa. Estaba radiante. Sus ojos brillaban. La última vez que la vi tenía los ojos apagados y casi le costaba hablar de ella misma. Pero desde que nos hemos visto, en la puerta del Fnac, sus ojos me han iluminado. Al verme he intuido sus nervios. Al parecer tenía muchas ganas de verme, y yo a ella también. Es una mujer muy tierna, que te inspira una gran ternura. Desde que la he visto solo me apetecía meterla dentro de un abrazo. Es de las típicas mujeres que cuando te hablan te tranquiliza y te hace sentirte muy a gusto dentro de la conversación. Quizá por eso en toda la tarde no hemos parado ni un segundo de hablar.
¿Dónde vamos, te apetece un café o una coca-cola? -le he preguntado después de vernos y darnos los dos besos de rigor-. Ha elegido un café, y hemos ido a una cafetería que a elegido ella, y ha elegido muy bien, me ha gustado mucho el sitio. Hemos elegido una mesa, en la que nos hemos pasado, ella con un café con leche y yo con un batido de chocolate 3 horas seguidas. Me ha contado de su vida, y yo de la mía. Le he hecho reír tantas veces, como ella me ha estremecido y emocionado. He tenido que aguantar en varias ocasiones las lagrimas, y las ganas de levantarme de mi silla y abrazarla. Porque ella no está pasando por un buen momento sentimental y tampoco laboral. Dentro de lo que he podido le he ayudado. Le he dicho que lleve mañana mismo un curriculum, a mi empresa. Ojalá la cojan, no me importaría tenerla por compañera el resto de mi vida.
Y allí hemos pasado toda la tarde, sentadas, yo hablando por los codos, y ella me escuchaba y reía. Mi meta, esta tarde, era hacerla reír. Y lo he conseguido. Eran las nueve menos cuarto cuando he mirado el reloj y le he preguntado que si tenía que irse. Me ha mirado a mi, luego su reloj y más tarde su móvil. Creo que ha dicho que se tenía que ir para dejarme ir a mi. Yo me hubiese quedado con ella mucho más tiempo. Creo que me tiene muchas cosas aún por contar, y yo a ella, cosas que aún ni sabe, y creo, que ni se imagina.
La miraba a los ojos, esos ojos brillantes, que sin ella saberlo, me han provocado en ocasiones verdaderos escalofríos. Aún sigo sin entender como la vida puede jugarle tan malas pasadas a gente como ella. Aún así, quitando los problemas y las penas, y todo aquello que la atormentan, me quedo con lo mejor de esta tarde: sus ojos brillantes y la sonrisa que he conseguido robarle por unos instantes.

Espero volver a verla pronto.

Huelga

En Barcelona hay huelga de autobuses, y toda la gente coge el metro como medio de transporte alternativo, con lo cual, los pasillos del metro, las escaleras, y los andenes se llenan de gente hasta los topes. Hoy, mientras bajaba las escaleras hacía el anden, donde cada mañana cojo el metro, si mirabas al anden, desde arriba, desde las escaleras, no veías ni un trocito de suelo, solo cabezas de gente. Me hubiese gustado detenerme para hacerle una foto al anden, donde bajar, es cada día muy complicado, y más desde el Lunes, con la huelga de autobuses.
La gente maldicen la huelga ¿acaso no se han parado a pensar que estos trabajadores piden tener dos días de fiesta para estar con sus familias?. Ellos también tienen derecho. Como tienen derecho a ponerse de huelga las mujeres que trabajan en una clínica que hay cerca de donde trabajo: ellas se han puesto de huelga porque el nuevo horario que se les ha impuesto no les permite tener una vida familiar. Y además de la jornada laboral hay otras cosas, como por ejemplo la familia. Por eso, estas mujeres, salen a la calle, se sientan en el suelo, o simplemente se quedan allí de pié, con las pancartas que ellas mismas han diseñado, porque creen que así conseguirán que la cosa cambie.
Pero de esto, la gente no nos damos cuenta. Hasta que nos toca. Hasta que un día nos imponen un horario que no nos deja tiempo para nada. O nos reducen nuestros días libres. Es en ese momento, cuando nos joden a nosotros, que entendemos las huelgas de los conductores y de estas mujeres trabajadoras con familia.

Hablando con ella

Ella me ha dicho que me ve feliz. Que estoy muy cambiada. Ella es mi mejor amiga, es la hermana grande que nunca tuve. Es la única amiga que realmente me conoce y sabe todo lo que me gusta o me disgusta.
Me ha dicho que sabe que he crecido por dentro. Que me he vuelto fuerte y luchadora. Que ahora, si me viese sola en algún momento de mi vida, lucharía, y no quedaría en un rincón hundida, como hace algún año hice. Que esta vez no me hundiría en la miseria, que seguiría adelante con mi vida. Que lucharía, que seguiría luchando por mi vida. Que no soy la misma en ese sentido.
Y tiene razón. No soy la misma.

Pero dudo que eso pase, le he dicho. Dudo mucho que ella decida irse de mi lado, aunque a veces no entienda como alguien como ella puede quererme tanto. Y dudo también que yo decida irme del suyo. Aún así siempre cabe la posibilidad de que ocurra, y que está tranquila, porque sabe que de quedarme sola, sabría sobrevivir y ser feliz.
Ha sido fácil, solamente he tenido que aprender a quererme y valorarme un poco, lo justo y necesario.

¿Gente amargada dentro de su propia existencia?

Ellos no lo saben..... ¿Qué quien son ellos?.Pues no son ni más ni menos que gente Anónima, a los que también se les pueden llamar Troll. Gente que te deja comentarios sin nombre o apodo, porque tienen tan poca personalidad que no saben ni quienes son, ni a diario, en su vida, ni cuando conectan a Internet. Buscan tu atención, insultándote. Dejándome en este caso comentarios de este tipo:

"INFINITA GRACIA" son tus palabras favoritas de tu cortísimo vocabulario por lo que leo.

Si yo escribiera peor que tú me avergonzaría muchísimo. Menos mal que no es así, a Dios gracias y, sobre todo, a la lectura. Hoy en día cualquiera tiene un blog... puta moda.

Por cierto, ganas dinero por las visitas para que tengas que arrastrarte tanto? jajaja, anda que sentirte orgullosa por eso me parece lamentable.

Venga inculta, un saludo.



Y piensa este personaje, por llamarle de algún modo, que con estos comentarios puede hundirme aunque solamente sea un poquito, en la miseria. Equivocado está. A mi ningún daño me hace que deje un comentario de ese tipo en el blog, ni tampoco me daña que se cague en "mi puta madre", por la sencilla razón de que ni me conoce, ni le conozco, y su vida bien poco me importa.
Pero claro, este personaje, no tiene nada mejor que hacer porque su vida es muy aburrida. Porque seguramente no tenga amigos, y por su forma de ser nadie se le acerque. Le molesta que todo el mundo tenga un blog, porque él, en realidad se muere de ganas de crearse uno, pero como su vida es tan aburrida y carente de sentido no lo hace, porque tiene miedo de escribir y que nadie le lea, o de recibir comentarios como los que él me deja en el blog y hundirse más en su propia mierda.
Me río cuando sin conocerme me juzga de inculta, ¡que sabrá!, porque si tan inculta soy, nadie se atrevería a proponerme algunos nuevos proyectos para escribir (como ya he recibido varias propuestas, de varios sitios). Ni tampoco me aventuraría en escribir un libro, como estoy haciendo. Y mi cara caería de la vergüenza aquí, con cada post, si yo fuese tan inculta como dice y tan carente de vocabulario. Creo, una vez más que este personaje se equivoca, y desde que lea este post, pues seguro que lo esperaba ansioso/a, reirá dentro de su triste existencia, y sentirá envidia de que una vez más yo haya dado la cara, y él/ella, se tenga que esconder tras un anónimo, dejando ver ni más ni menos que unas tristes palabras, que además pienso que ni relee después de escribirlas.

Ah, y no, no gano dinero por las visitas: pero gracias por visitarme cada día.

Aquella mujer

Aquellos días en el bar,
las miradas que se hacian sitio entre la gente.
Tu sonrisa y esas ganas de cambiar el mundo.
Aquella estela que dejabas,
cada vez que pasabas por mi lado,
y yo moría de ganas de darte un beso.
La de veces que me pediste un trago,
de aquella cerveza negra que decías, no te gustaba,
la de veces que te lo dí,
y quedaba mirando como un tonto,
el corazón de carmín que dibujaban tus labios,
en el cristal.

Cuantas veces buscabas mis palabras,
porque decías que solo yo sabía aconsejarte
sin esperar nada de tí.
Y cuando por las noches, borracha,
te ardían las ganas y el sexo,
y me pedías que abusara de tu cuerpo,
y yo te sacaba de aquel Bar,
y con cuídado te llevaba a mi casa, te quitaba la ropa,
y te metía en la cama.

Aquellas noches en las que te miraba,
durante toda la noche.
Cuando vigilaba tu sueño,
y tu cuerpo.
Y tus despertares,
en los que me hacías mil preguntas,
me dabas una bofetada y salías por la puerta.

Luego te veía en el Bar, y volvía a suspirar por tí,
y la gente te decía que yo, la noche anterior,
te llevé a casa: que te salvé.
Y me mirabas de reojo, mientras te quitabas el pelo de la cara,
y yo miraba mi cerveza, esperando que te acercaras como cada noche.

Esperando quedaba quieto, para jugar a querernos sin tocarnos.
Porque lo único que quiero es cogerte de la mano,
sacarte de este Bar y llevarte a ver el mar.
Pero sé que hay mujeres que no son de nadie,
y tu eres una de esas.
Por eso bebo mi cerveza y salgo del Bar.
Y tú quedas allí, encendiendo las ganas de otro hombre,
mientras se consumen los días,
y el carmín de tus labios,
va pintando corazones,
en otros vasos de cristal.



Escrito por mí y dedicado a una mujer que aún sigue bebiendo sorbos de cerveza en cierto Bar, sin saber qué o a quién busca, o lo que espera de la vida.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.