Operación Te hundo

Operación triunfo se ha convertido sin duda alguna en un programa de máxima audiencia. Sobre todo cuando interviene Risto, el cual dijo anoche claramente que la audiencia incrementaba cuando daban paso a las nominaciones. Y puede ser verdad, o mentira, pero ahí queda. Yo diría que es verdad, porque todo el mundo criticamos a Risto, por sus malos modales, por su forma de hablar, de decir las cosas, de hundir en la miseria a las personas, e intentar hacerlas sentir lo peor posible. Pero ahí seguimos mirando Operación triunfo porque nos da cierto morbo escuchar la opinión del jurado, y sobre todo, de Risto. Pero yo no quería hablar del jurado de Operación triunfo. Yo quería hablar de lo que hacen con esos jóvenes, que invierten todas sus ilusiones en algo que luego no resulta ser lo que creían. Podemos observar a Esther (la chica rubia, que desafina tanto): cuando la echen de la academia, o ella se vaya (cosa que dudo), saldrá a la calle y se dará cuenta de la fama que ha cultivado todo este tiempo. Ella misma lo decía: "en mi casa, delante de mis amigos y familiares canto bien, pero aquí no, en el escenario no lo hago bien". Claro que no lo haces bien, Esther ¿cómo quieres hacerlo bien con trescientas personas mirándote e intentando sacar a la luz tus peores defectos y aniquilar tus virtudes?. Esther canta mal, hemos de reconocerlo, pero canta peor dentro de la academia. Cuando esa chica salga estará hundida, Operación Triunfo habrá quemado su imagen. Habrá convertido a esa chica en menos de lo que era. Y ella se sabrá feliz de haber pisado los escenarios de Operación Triunfo, y claro, dirá que ha merecido la pena, porque además le han regalado un coche. Esa niña recorrerá los programas del corazón, para seguir humillandose más y más delante de toda España. Y lo triste no es eso. Lo penoso es que se sepa feliz dentro de toda esa mierda: dentro de esa mentira.
Operación Triunfo, no es lo que creíamos, ahora se llama: Operación Te hundo.




Recuerdo


Ocurrió en el tren camino de Granada. Después de que el revisor se diese cuenta de la poca eficacia de Renfe, tras comprobar que efectivamente en mi billete había un error y mi asiento no era el que yo ocupaba, si no otro. Me separó de una buena compañía, de una conversación profunda, de esas que no había tenido en meses. Lo miré como quién mira a alguien a quien le gustaría asesinar, y eso, que esto último no suelo querer hacerlo nunca. Así que me cambié, como digo, de asiento. Al lado tenía un matrimonio. Ancianos los dos. Me quedé mirándoles, porque realmente merecían ser observados. Consiguieron robarme varias sonrisas. Porque la mujer cuidadosamente sacó un termo con café y leche. Le colocó a su marido la mesa plegable, le llenó el vaso de plástico con café y leche, y luego con ella hizo lo mismo. El marido bebía el café con las manos temblorosas. Antes de guardar el termo, la mujer me miró: ¿quieres café niña? -me preguntó-. Le respondí que no, completamente emocionada. Y ella me miro con la misma mirada que minutos antes le había dedicado a su marido. El traqueteo del tren hace que el hombre se duerma. Yo estoy despierta. El Sol me da en los ojos, por eso giro la cabeza, hacia el matrimonio. La voz de la mujer me hace abrir los ojos. Me llama a mi. Me pregunta si duermo y le digo que no. Que no he dormido en todo el trayecto que llevamos. Me pregunta que dónde voy, y le digo que a Granada a ver a mi familia. Me dice que ellos también van a Granada a ver a sus nietos. Intuyo que la mujer quiere hablar conmigo, así que me giro y la escucho:

"Mi marido tiene alzheimer, hace 4 años que lo padece, al principio estaba bien, se le olvidaba llevarse las llaves, o donde estaban las toallas, cosas cotidianas. Pero luego, el segundo año fue terrible, porque se olvidaba de quién era yo. A ratos. Otros ratos no. Lo peor es por la noche, cuando se despierta y no sabe donde está. Le entra el pánico y le invade un terrible miedo. Intento sostener su mano, pero como en ocasiones no me conoce, lo pasa peor. Llevamos 60 años juntos. Queriéndonos. Su enfermedad es muy dura, y triste. Porque vas viendo poco a poco como se le olvida hasta el amor que sentía por mi, y yo lo miro a los ojos fijamente, le cojo la mano y se la beso. Cada día que pasa siento como si le tuviese que volver a enamorar. La gente dice que eso es bonito, pero eso es muy duro. Bonito era cuando juntos recordábamos tiempos pasados, cuando el se metía con mis manías. Ahora, el pobre, no se mete conmigo. Al revés, todo lo que hago le parece perfecto. Y el está bien mentalmente, si hablas con él luego, y yo no te hubiese dicho nada de su enfermedad pensarías que es el hombre más sano e inteligente del mundo. Pero no le puedo dejar solo en casa, ni en la calle, ni siquiera en la cola del supermercado. El puede perder así, de repente la memoria y le entra una ataque de pánico increíble. Yo tengo que estar con el las 24 horas del día. Es duro...muy duro. Pero le quiero tanto."

La mujer llora, se limpia con un pañuelo que saca de su escote. Yo la miro, con cara de preocupación. El hombre parece que despierta, y la busca a ella. Dice su nombre. Y la mujer, se vuelca por completo en el. Cuando llega la hora de comer, despliegan sus mesas, y la mujer las llena de comida. Me invitan a comer. Y no le acepto nada porque yo llevo tres enormes bocadillos que he de comerme. Hablan todo el rato. La ternura de la mujer envuelve el vagón, y nadie lo sabe, nadie más lo siente. Nadie más los mira. Solo yo contemplo esa muestra infinita de amor y ternura, que todos y cada uno de nosotros nos gustaría llegar a tener cuando lleguemos a viejos. Alguien que nos quiera, nos cuide, y nos sea fiel en cualquier adversidad.
Cuando llegamos a Granada bajo con ellos del tren. Su familia les espera. Dos niños corren a sus piernas. Gritan : ¡Abuelo, abuelo, abuela, abuelo!. Me despido de la mujer con un hasta pronto, le sonrío, y la mujer con tan sólo una mirada me lo dice todo.
Cruzo las vías, por donde toca, no vaya a ser que cruce por donde no es.... Veo desde lejos que me esperan mis tíos. Me acerco a ellos sonriente: Qué alegría encontrarnos. Qué alegría conocernos.

Déjate convencer

Esta canción siempre me asaltaba llegando a casa. Cuando buscaba en el bolso las llaves para abrir la puerta. ¿Qué quieres? nunca se me dio bien entender las medias palabras, ni las dobles, lo siento. Te pregunté un día, buscando las mismas llaves, en el mismo bolso, frente a la misma puerta. Sube al coche -me dijiste sonriente, desde dentro con la ventanilla bajada-.
Entré a tu coche sin saber muy bien cómo. No te pregunté donde íbamos. Arrancaste y le diste al play y sonó de nuevo esta canción:



Déjate convencer: duerme esta noche conmigo

Un día


Y un día te miras al espejo,
y ves que ese reflejo eres tú.
Que tus canas y tus arrugas
no son más que recuerdos.
Y un día te miras las manos,
y vuelven a ti caricias pasadas.
Te asalta el silencio por la mañana:
silencio quebrado,
silencio sordo,
silencio vacío.
Y le echas de menos,
y te preguntas ¿por qué se fue primero?
si me prometió que me cuidaría toda la vida.
Pero toda la vida era ahora,
y ahora.... ahora él no está.
Y tampoco están ellos:
el ruido que hacía botar la casa,
la portería improvisada,
aquellos goles que rompían cristales.
Y la soledad.
Dónde quedaron mis ganas,
cuando la sangre de nuestra sangre,
dijo adiós.
Y abandonaron sus camas,
y sus habitaciones quedaron mudas,
y a mi me deja sorda cada día,
él no escuchar su ruido.
Mis niños, mi amor.
Si supierais cuanto os echo de menos.
Qué me siento al borde de la cama,
y que me falta tu abrazo inesperado.
Tu taza de café en la mesa de la terraza,
los niños cogiendo tu mano, y yo..
eternamente yo, amándote,
con la mirada, en silencio.
Como ahora, al borde de esta cama,
que me trae el recuerdo de tus labios.
Un día sé que despertaré junto a ti,
lejos de esta cama,
de este silencio.
Espérame, mi amor,
lo justo y necesario.
Tienes un nieto que dice: ¿Abuela, donde está el Abuelo?
y señalando mi pecho, le digo:
aquí, el Abuelo está aquí.

Me dejó por mi mejor amiga

La encuentro leyendo la revista Vale, al filo del andén. Cada día la veo allí parada, esperando a que llegue el tren. Cada tarde nos saludamos. Hoy, por fin, hemos hablado, después de que se haya dado cuenta de que no le quitaba ojo a la revista, justo por donde ella leía. Empieza ella: me dice que la ha dejado su novio, por su mejor amiga. Que se siente muy mal, que la vida es un asco. Que nunca le sale nada bien. Me aventuro a preguntarle por su edad: 17 años tiene. No puedo evitar sonreír, y me pregunta que de qué me estoy riendo. Le digo que no me río de ella, ni de su edad. Que me rió, porque yo con 17 años era igual que ella. Pensaba que la vida era un asco, que nada me salía bien cuando el chico que me gustaba no me miraba, o no me prestaba atención. O incluso la primera vez que me dejaron, un poco más mayor, lo seguía pensando. He llorado mucho a solas, no se lo he contado a nadie, porque nadie se detiene a escucharme -me dice-. Compro esta revista porque al menos, aquí, leo historias que también me han sucedido a mi, si no la misma, parecida, y me siento menos desdichada. Yo la comprendo y no se explicarle cuanto.
Puedo decirle que es joven, que tiene toda una vida por delante, que ese chico no será el último, ni el primero, que la dejarán más veces, que se sentirá sola otras cuantas. Que la vida, no es más que ensayo y error. Que las amigos también nos traicionan y que es mejor una traición a tiempo que una amistad falsa. He visto a esa chica con las lágrimas a punto de salir de sus ojos azules, y era como ver a mi hermana (de un año más de edad), sufriendo y llorando frente a una revista, sintiéndose sola en este mundo. Y yo tan lejos.

Dejame que te cuente, el blog


En el año 2006 se creó un blog. Un blog sucesor a su my espace. Su creadora es una mujer, una gran mujer: luchadora, emprendedora, trabajadora y guapa, muy guapa. Desde que abrió el blog "Déjame que te cuente" no ha parado ni un minuto de regalarnos muy buenos post. De hacernos vivir buenos momentos. A veces nos hace conocer nuevas canciones, nuevas películas, nuevas imágenes, nuevas sensaciones. Otras veces,te entran unas ganas terribles de traspasar la pantalla y abrazarla, por la infinita ternura que desprende en su blog. Y sé que también en persona, aunque aún no he tenido el privilegio de poder compartir ni miradas, ni un café con ella. Pero todo se andará.
Me dice que se siente importante cuando le digo que me gustaría hacerle una pequeña entrevista, convertir quizá este post en una especie de homenaje. Y es que, su blog, ella, no merecen mucho menos, pero sí mucho mas. Firenze, como así se llama, no ha dejado ni un día el blog de lado. Trabaja duro y además con ganas y esfuerzo, para mantener el blog activo y no faltar ni un solo día a la cita, a esa cita que según nos cuenta, necesita y le hace feliz.
Por esta dedicación quizá sus comentarios arden. Las visitas diarias a su blog rondan la media de las 500, los comentarios más de lo mismo. Quizá esto avale la calidad de sus palabras y todo lo que esta mujer, sin pedir nada a cambio nos ofrece cada día, cada mes, y cada año.
Firenze gracias desde el corazón por tantos momentos.

Y aquí dejo una pequeña entrevista. Cuando se lo comenté no dudo ni un segundo en contestar a estas preguntas. Si te apetece conocer un poco más a esta mujer, esta blogger, que es además, madre trabajadora, luchadora y repito: guapa. No te puedes perder la entrevista:


1. ¿Tenías un my space. ¿Cómo surgió la idea de crearte un blog en blogger?
Mi antiguo space, "My sad eyes" estaba asociado a mi cuenta de correo de toda la vida, con lo cual tenian acceso amigos y familiares. No me sentía comoda, ni podia expresarme con libertad , tal y como lo hago ahora con mi blog. Así fue como llegué a blogger, buscando un poco de intimidad. Actualmente, nadie de mi entorno mas allegado, excepto mi hija, conoce la existencia de mi blog. Asi me siento mucho mas libre y menos condicionada.
2. ¿Cómo una mujer con mil quehaceres tiene tiempo para actualizar su blog de la manera que tú lo haces?.

Cuando tienes un vació interior.
Cuando necesitas expresar y comunicarte.
Cuando necesitas ser escuchada al margen de tu papel de madre y ama de casa.
Cuando quieres compartir tu estado de animo o las cosas bellas que encuentras por ahí, es entonces cuando sacas tiempo cada día, aveces de madrugada, para dedicar al blog. La mayoría de las veces siento que escribir el post, es lo mas importante que hice ese día, y que lo que pretendía contar llegue a unas cuantas personas, es mi premio.
Es curioso pero siento que las personas que me rodean no me conocen realmente.


3. El robocot (es broma) . Sabes qué te lee mucha gente. Qué la media de visitas al día, en tu blog, ronda las 500. Que tu contador arde, al igual que arden los comentarios. ¿Qué sientes al leer los comentarios de la gente?

Pues imagínate, como te decía antes, ese el premio. Que alguien se detenga en su camino virtual, para escribirte unas palabras de cariño, o para comentarte cualquier cosa, o para leerte, es todo así un milagro. Siempre agradezco todos esos regalos que pululan por los blog, pero el autentico regalo es ese, un comentario, que alguien te agregue a sus feed, que te visiten casia diario i.p de personas anónimas, aunque no te dejen comentarios, ese es sin duda el mejor premio para un bloggero.


4. Si yo te dijese: venga, pide un deseo que te lo puedo conceder ahora mismo. ¿Qué pedirías?.

Uy que difícil. con la de cosas que funcionan mal en el mundo, en mi vida o en la vida de los que quiero, elegir entre una sola cosa me cuesta un mundo.
La primera que contesta esta pregunta , es la Flor (fire) madre, y lo primero que me viene a la mente, es que la parálisis cerebral de mi hijo solo fuese un recuerdo, o mejor aun, siquiera eso.
La Flor mujer, quisiera un poco de ilusión. Hace tiempo que la perdi toda, y ahora la vida, el pensar en el futuro, etc... se me hace muy cuesta arriba. Un poquito de ilusion o esperanza, eso pediria para mi.Porque ya lo decia Federico Garcia Lorca:
"El más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida"


5. Las imágenes en tu blog tienen mucha importancia, le dan ese toque tan especial y tan tuyo, pero ¿porqué decidiste las imágenes como modo de expresión?.

Porque soy así, siempre doy una importancia tremenda a todo lo visual o estético. Nunca podría postear alguna noticia o reflexión sin acompañarla de alguna imagen. Es mi manía de adornar, o decorar todo cuanto me rodea. Puedo postergar un post durante días, por no encontrar la imagen adecuada. Una vez me dijeron que las personas que necesitamos "maquillar" las cosas, lo hacemos por inseguridad, como si sintiéramos que por si misma no tiene valor. Necesitamos "vestirlo",... de lo contrario lo sentimos desnudo. quizás ese sea el motivo, no sé.

6. ¿Porqué ese nombre: "Déjame que te cuente"?

Hacia poco que había leído el libro de Jorge Bucay, y ese titulo me calzó a la perfección. Se trata de que me dejen contarles, no tengo mas pretensiones que las de sentirme escuchada.


7. ¿Qué pensaste cuando te dije que te quería hacer una entrevista?

Ufff... una alergía grandisima, me hiciste sentir importante. Para mi eres una persona especial, tu blog es especial, tu manera de escribir, tu sinceridad, tu coherencia, y sobre todo tu sinceridad. Que tu me consideraras digna de esta atención, para mi fue tremendo, como si acabaran de otorgarme un Oscar...jajaja.

8. ¿Crees que todo el mundo debería tener un blog? Creo que todo el mundo tiene derecho a hacer lo que quiera, y si les apetece, bienvenidos sean al universo blog.

Yo lo recomiendo, es una experiencia uníca y enriquecedora, aunque también reivindico la seriedad ala hora de abrir un blog, creo que aveces se utilizan de manera incorrecta o inconsciente. Tener un blog requiere una serie de responsabilidades, y sobre todo un mínimo de dedicacion.


9. También tienes un blog de cocina. ¿Tienes algún que otro proyecto en marcha?
Fui invitada al blog de cocina. No fui su creadora, pero me ha sido realmente útil para colgar alguna que otra recetilla alguna vez. Mi proyecto mas importante es sacar cada día tiempo para postear o mantener mi correspondencia virtual al día... !Que no es poco !
10. Y la última pregunta: Tan sólo dí, lo que el blog significa para ti actualmente.

Una pieza importantisima de este complicado puzzle que es mi vida.
O esa válvula de escape que hace el día diferente.
Hoy por hoy, no podría dejarlo, soy una bloggeradicta, reconocida y confesa.
ADEMAS, FELIZ DE SERLO.


A veces no hace falta tener demasiado éxito para que alguien que tampoco lo tiene te diga que te quiere hacer una entrevista. Gracias por tu tiempo Firenze.

Pincha aquí para ver su blog, o en el enlace de la derecha.

Si yo, tú

Llega alguien y escribe aquello que necesitas escribir tú. Y lo escuchas. Y lo escuchas una y otra vez, y sabes, que vas a hacer tuyas esas palabras. Que te da igual ser cursi, demasiado romántica: que más vale pasarse, que no llegar, y además no llegar nunca.
A veces, las personas, nos equivocamos. Somos humanos. Cometer errores y rectificar significa que eres persona y además, una muy buena persona.
Por eso, hoy, le robo a Jbrigada, estos versos y te los dedico a ti. Te dedico cada una de las palabras. Ojalá lleguen tan dentro de ti como tu lo haces en mi, cada día.

Sssshh... escucha "si yo, tú":


Mucho por hacer

Últimamente tengo muchas cosas que escribir, sí, y no me refiero a que las tenga en la cabeza o guardadas en los bolsillos. Me refiero a que estoy escribiendo muchas cosas a la vez. Cuanto más escribo más quiero escribir. Es un vicio que me hace inmensamente feliz. A veces me quedo en blanco, que esté escribiendo mucho y que me guste, no quiere decir que no tenga gatillazos. Cuando los tengo, doy vueltas por la casa, doy vueltas por el salón, como si estuviese esperando en la puerta del paritorio a que mi hijo naciese. Y doy vueltas, y vueltas, y hablo sola. De repente llega, llega esa idea que tanta falta me hacía, y me siento frente al ordenador portátil y comienzo a teclear, y disfruto mientras escribo: me gusta la forma que le doy a las palabras, me gusta hasta el ruido que voy haciendo con las teclas bajo mis dedos (parece música).
Casi siempre, cuando escribo, me pongo a Ismael Serrano de fondo (lo hago desde que tenía 19 años). Las canciones las voy eligiendo yo. Mi compañera de piso me pregunta qué cómo puedo escuchar esa música tan triste. Yo sonrío de medio lado: esta música solo la entiendo yo en esta casa. Hay gente que le relaja la música clásica, igual que hay gente capaz de trabajar escuchando heavy metal. Yo soy incapaz. De hecho, me he dado cuenta que cuando escribo con las canciones de Ismael, de fondo, tengo mejores ideas.

Acierta mal y pensarás

Si no te gusta lo que escribo, no me leas. Si me lees, pero no me entiendes, disimula. Y si lo entiendes pero no estás de acuerdo, hazte un favor, y no molestes. No me envíes mensajes. No me digas nada. No estaba hablando contigo. Ignórame tan a gusto como lo hago yo. Y si al final, en un imperativo de diarrea dialéctica, decides que tienes que escribirme algo, para empezar ten lo que hay que tener para identificarte por tu nombre y apellidos, y después, sólo después, intenta contarme algo que despierte un mínimo de interés. Que la inteligencia, al final, va a ser como el criterio, la valentía, el buen gusto o el sentido del humor. Todo el mundo se piensa que la tiene.

Risto Mejide


Cada Viernes en el periódico ADN de Barcelona, puedes leer la columna de Risto Mejide. Yo, sus columnas, las leo cada Viernes. Hace poco me enteré qué Risto había sacado libro, lo cual hizo iluminarse en mi una bombilla: me lo tenía que comprar:



Risto no gusta, pero todo el mundo lo ve en la TV, lo leen , e incluso hablan de él. A la gente le duele que les digan la verdad en sus narices, sin esconderse. Porque eso de ser hipócrita no va con Risto, y os aseguro que tampoco va conmigo. Risto dice todo aquello que mucha gente a diario, pueden pensar y se callan. A veces es demasiado impulsivo, y directo, pero oye, que yo preferiría que me dijesen las cosas de frente y cuanto antes mejor, a vivir engañada. He podido escuchar a mucha gente rajar de Risto, que si es un Gilipollas, un Cabrón, una mala persona que solo sabe sacar los defectos de las personas a la luz y capaz de dejar en ridículo a cualquier persona, haga lo que haga, y luego he visto a esas mismas personas viendo Operación Triunfo solamente por escuchar las críticas de Risto.

Os recomiendo su libro "El pensamiento negativo" , no porque Risto me caiga bien y me parezca una persona realmente inteligente, no recomiendo su libro por eso. Lo recomiendo porque es un libro que te hará conocer verdaderamente quién es Risto y cómo escribe. Porque desde que comiences a leer el libro no podrás parar de hacerlo. Es un libro corto, tan sólo 188 página. Que si no quieres gastarte dinero en un libro de Risto porque te cae mal, te puedes ir al Fnac, sentarte en uno de los cómodos sillones que tienen, y leerte el libro allí, de un tirón y luego puedes dejarlo de nuevo sobre el estante y no gastarte ni un céntimo en él. Eso sí, saldrás con otra visión sobre él y sobre su manera de decir las cosas. Y luego hasta puede que estés de acuerdo conmigo y con este post.

Retazos de todo el mundo

Quedar enamorada en sueños y despertar.
Luchar por amores imposibles que nunca rozaran las sábanas de nuestra cama.
Escribir cartas: encerrarlas en un cajón.
No descolgar ese teléfono maldito. No susurrar su nombre: Prohibido imaginar su cuerpo desnudo; la textura de su piel. El olor que lo llena todo.

Escuchar las canciones que llenaban de lágrimas saladas las ensaladas de pasta de colores.
Imaginar escapadas. Inventar nuevos viajes, como aquel, que iba desde tus labios a tus pechos.
Dejar cerrada tu puerta: para que no entre la corriente ni el miedo.

Sostener en la mano un vaso en el que tus labios se apoyaron una vez: beber de el.
Soñar contigo para volver a mirarte.
Rodear con mis brazos el recuerdo: darle calor en mi garganta.

Dejar caer mi cuerpo en el aparcamiento vacío.
Mirar a tu ventana: recitar un poema con tu nombre antes de dar la esquina.
Desordenar palabras para ordenarlas luego con las yemas de tus dedos.

Invitarte a un café. Sacudir tus hombros llenos de dudas.
Remover tu café y tus silencios. Romperlos con los míos.
Escribir una nota en una servilleta rota.

Trasladar la soledad al asfalto.
Proponer una huida: ver el mar.
Dejar de soñar mentiras: revolver tu pelo: quedar colgada de el.

Salir corriendo sin tropezar con mis pies.
Huir.
Porque solo quien huye se encuentra.

Vendí mi vida

Hace poco me llegó una carta: Me querían comprar mi vida. Me ofrecían mucho dinero. Respondí a la carta, le pregunté que quién era, y que porqué quería comprar mi vida. Si aparentemente no tenía nada fuera de lo común. Me dijo que no podía decirme quien era, que solamente me enviaría el dinero acordado, y que yo desde que tuviese ese dinero en mi poder tenía que huir: cambiar de ciudad, de trabajo, de pareja. Tenía que dejarle absolutamente todo; mi vida entera.
Sí, también tenía que dejarle mis objetos personales, incluida mi ropa.
Era mucho dinero el que me ofreció. Me dijo que oportunidades como esa solo se presentaban una vez en la vida. Al principio no estaba segura. No quería. Luego me entraron las dudas, y pensé que quizá podía coger ese dinero, huir de la ciudad, y luego volver. Podía volver al cabo del tiempo, vivir en la misma ciudad, buscar un trabajo parecido al que tenía. Se lo dije a mi pareja, le dije propuse que me dejase antes de que yo aceptara y que luego huyese conmigo y con el dinero a otro lugar.
Quedó pensativa, pero me al final, me dijo que sí, que aceptaba.
Llamé a esa persona, le dije que le vendía mi vida. Me dijo que mejor me daba el dinero en persona, que era dinero negro. Accedí. Quedamos en un lugar céntrico. Aluciné cuando la vi, y era idéntica a mi. Me dió el dinero metido en un sobre. Lo abrí, lo conté. Estaba todo. Le dí las llaves de mi piso. Le dije que todo estaba allí, que no me llevaría nada. Me señaló el bolsillo, en él llevaba mi móvil. Me dijo: Te dije todo, el móvil también va incluido. Cuando me disponía a borrar los mensajes y la agenda me tiró un tirón de él. No hagas eso, dijimos que me lo vendías todo, ¿recuerdas?, si no aún te puedes echar atrás. Quedé quieta, mirando como se metía mi móvil en su bolsillo.
Me despedí de ella. Llevaba el sobre con el dinero dentro de mi bolso, y el bolso bien pegado a mi cuerpo. Iba en busca de mi pareja, quería cogerla de la mano e irnos juntas lejos, muy lejos, donde siempre hemos querido ir y no hemos podido porque el dinero no llegaba.
Pero cuando iba a llamarla por teléfono no podía, no tenía el móvil. Que tonta fui. Como me sabía el número de memoria, fui a una cabina, la llamé, pero no me cogió el teléfono. Llamé a casa, y por fin alguien me descolgó el teléfono. Pero no era mi chica. Era a quién le había vendido mi vida. Quedé muda, y más aún cuando escuché al otro lado a mi chica, preguntarle ¿cariño, quién llama?. Entonces fue cuando me di cuenta que en realidad había vendido mi vida. No había sido consciente del todo hasta ese momento.

Huí, me fuí a otra ciudad. Intentaba hacer mi vida como podía. Pero me costaba, porque solo pensaba en la vida que tenía antes. Me faltaba todo el rato mi vida. Lloraba cada noche. Tenía dinero, no me faltaba nada material, pero no era feliz, porque había perdido lo más importante: 26 años de mi vida.
Quién me compró mi vida era feliz. Ella estaba consiguiendo todo lo que yo podría haber conseguido y fue extraño leerme el libro que podía haber escrito yo. Extraño no haber podido estar en mi boda. Extraño leerme en columnas de periódicos importantes. Y leer cada día posts que yo nunca podría volver a escribir en este blog.
No vendas tu vida ni por todo el dinero del mundo.

Que se detenga el tiempo

Parece que el tiempo se detiene cuando estás apunto de llegar. Son las 6 de la tarde. Escucho el ruido que haces con las llaves instantes antes de abrir la puerta: imposible no reconocerlo. Vas a entrar. En el pasillo he dejado un camino hecho con pétalos de rosa de color blanco y amarillo. Entras: la casa está aparentemente vacía. El silencio se apodera de ti. Yo te escucho. Escucho cada paso que das, escondida tras la puerta del baño. Pronuncias mi nombre. Sigues caminando, te agachas y recoges un par de pétalos del suelo. Los hueles y te los quedas en la mano, que cierras al momento para no se caigan. Entras en nuestra habitación. En nuestra cama hay un sobre enorme y dentro una hoja. Lo abres y sacas la hoja. Te he escrito un poema que no alcanza a expresar ni la mitad de mis sentimientos. Dentro del sobre hay también una hoja pequeña con una nota, en la que dice que necesito que me busques por la casa. Dejas el sobre con poema y nota dentro, sobre la cama. Me empiezas a buscar. El último lugar en el que miras es el baño, justo donde estoy yo. Cuando entras no me ves, por culpa de la emoción y las ganas que tienes de meterme dentro de un abrazo de los tuyos. Yo quedo callada tras la puerta del baño, con mil mariposas en el estómago. Me gusta jugar al escondite contigo, a la vez que me desespera. Me pides que salga de donde quiera que esté. Cuando me asomo al pasillo te veo de espaldas y aprovecho para rodearte por la cintura con mis brazos.
Te susurro al oído, que no digas nada. Te meto en nuestra habitación, te quito la ropa, te tumbo en la cama. Voy al pasillo, recojo unos pocos de pétalos de rosa, los traigo y los lanzo sobre la cama. Me preguntas que estoy haciendo con una sonrisa dibujada en tus labios. No te contesto. Me meto en la cama contigo.
Feliz aniversario cariño, te digo. Ya estoy contigo. Ya me da igual que se detenga el tiempo.

Sin prisas y a ruedas

Le observo desde el borde del andén. Quedan 30 segundos para que llegue el metro y haga su parada de rigor. Me acerco más al filo del anden: no sabemos el peligro que corremos al aproximarnos tanto a las vías. Aún así nos acercamos, pensando que así nos subimos antes.
Le sigo observando. Va en su silla de ruedas eléctrica. Dos dedos colocados en forma de pinza le sirven para moverse. Cuando el tren llega, nos acercamos más aún. Él queda quieto a más de un metro de distancia del tren, esperando a que las puertas se abran. Toda la gente entra, y el se acerca lentamente y entra en el vagón con mucha soltura. No le ha hecho falta acercarse como nosotros a las vías. Y eso que él va en una silla, y nosotros a pié. Algunas personas no tenemos espera. Pero él si la tiene. Cuando accede al vagón se coloca en el espacio reservado para carritos o sillas de ruedas. Él nos mira desde abajo, desde su silla. En ese momento la cara de la gente cambia. Verle a él nos conciencia a todos. Le hemos visto en esa silla de ruedas tomándose la vida con calma, cuando él y solamente él debería de estar impaciente y nervioso porque esa silla le roba tiempo al ir más lenta y ocupar más espacio. Sin embargo le ha dado tiempo a subirse, a buscar un sitio donde acomodarse y a mirarnos las caras de asombro a todas las personas que íbamos en ese vagón.
Sin duda alguna hoy nos ha enseñado una gran lección.

Se busca mujer fatal

Cuando llegué a Barcelona me asusté un poco. Me pareció una ciudad inmensa, de hecho, lo es. Caminaba por las Ramblas, con la cabeza alta y la boca entreabierta, y el bolso cogido con una mano, porque según tenía entendido los bolsos, o mejor dicho lo que lleves dentro del bolso puede desaparecer por arte de magia.
La ciudad, era sin duda, inmensa, como dije. Y yo tan pequeña. Pero no tuve miedo. Me dije: en menos de una semana tengo que tener trabajo. Y lo conseguí. En 5 días ya tenía trabajo. Estaba orgullosa de mi. Pero antes de encontrar el que sería mi primer trabajo tuve varias entrevistas, y nunca olvidaré una de ellas. Era en un 2º piso. Me había citado allí con uno de los dueños de la empresa, él me entrevistaría, él era el primer paso para poder optar a ese trabajo, de recepcionista. Y llegué allí, con mis pantalones de rayas, mi camisa blanca, y mis nervios a flor de piel. El tío, al verme creo que alucinó. No sé, creo que esperaba una mujer de metro setenta, rubia, de ojos azules, ¿porqué me había llamado a mi?. Sin embargo yo no tenía nada que ver con eso. En la foto parecías mas alta, me dijo nada más verme. A partir de ahí supe que me iba a reír mucho en la entrevista.
El tío era un prepotente de cuidado. Mientras me conducía a la sala donde se llevaría a cabo la entrevista me iba diciendo que las cajas y el desorden del piso se debía a que se estaban mudando, y decorando. Asentí con la cabeza, porque sinceramente poco me importaba eso. Me metió en aquella habitación toda blanca. Me dieron ganas de pintar las paredes, de hacer un dibujo y salir corriendo de allí. Y no volver nunca. Pero sin embargo quedé allí esperando al tío que pasada media hora dignó a aparecer. Cuando apareció, me hizo sentarme frente a él. Una mesa de medio metro nos separaba. Se reía entre dientes. Al parecer al verme, se había dado cuenta de que yo no daba la talla (de pecho) para ese puesto de trabajo. Y yo lo sabía, pero no se lo dije. Quería reírme de él. Pasar un buen rato, en una entrevista que ni él, ni yo, olvidaríamos.
Así que me dijo que le hablase de mi, y le hablé. Me inventé mi vida, empezando por mis viajes. Le dije que había estado en un montón de sitios, en sitios que intuí que a él le gustaban por cuadros que vi en el suelo, aún sin colgar. Me dijo que le hablase de mi, de mi persona: le hablé. Le dediqué un monologo cargado de mentiras, donde solo le dije aquello que él quería oír. Le hablé del maravilloso mundo de la inmobiliaria como si yo alguna vez me hubiese dedicado, y nunca me dediqué, solo que a veces, escuchaba a amigos míos que si se dedican a eso, y estaba bien informada. La cara del tío iba cambiando conforme pasaba el tiempo. Y más cosas me decía que le contase. Le dije que yo quería ser escritora. Creo que fue la única verdad que le dije. Y el me preguntó asombrado: ¿escritora? ¿también sabes escribir?. El tío alucinaba. Y yo aguantaba la risa. Lo mejor fue cuando le dije que yo sabía como era una persona con tan solo verla un rato, me dijo que le dijese como era él. Y le dije, ni más ni menos lo que quería escuchar, claro, se quedó medio mudo. El tío no tenía prisa en terminar la entrevista. Llevábamos encerrados en esa habitación hablando más de una hora. Pero esperaba a que el tío me echase de allí o me dijese algo que me ayudase a despedirme. Y me lo dijo, me preguntó: Bueno, a ver, y que sueldo más o menos te gustaría tener. Buena pregunta, en esa pregunta encontré mi salida, mi escapatoria. Le dije que quería cobrar 1.300 euros al mes por 14 pagas al año. El tío movió las cejas, pero solo las cejas. Me dijo que la entrevista había terminado. En el descansillo me estrechó la mano y sentí su mano blandengue, las personas que no saben darte la mano, son personas que no están acostumbradas a los negocios. La mano hay que darla firme y fuerte, sin hacer daño, claro. Dependiendo de como te den la mano puedes sacar muchas cosas en claro. Yo saqué muchas conclusiones ese día. Y salí riéndome yo sola por la puerta.

Lo mejor ocurrió tres días más tarde. El tío me llamó al móvil, y me dijo que me contrataban. Y ¿sabéis? le dije que no, que no quería trabajar con él. ¿Porqué? pues porque no quería trabajar con un gilipollas como él.


Hay personas que solo valoran un físico. Hay empresarios que se pierden a trabajadores excelentes solamente por juzgarles por lo que ven por fuera y en ocasiones por no decir en todas se equivocan.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.