Hace varios días que veo a un chico, de unos 35 años de edad, sentarse en un banco, a mi lado. Cada tarde, a las dos y media de la tarde llega, puntual, enciende un cigarrillo, y abre un libro y se pone a leer. La primera vez que lo vi sentí miedo, y me cambié de banco. Lo hice sin querer, fue una reacción típica:tu cerebro te ordena algo rápidamente y tus demás extremidades responde, de forma, que no te dejan pensar que coño haces.
El se dio cuenta, debió pensar que soy una racista de mierda.
El chico es ecuatoriano. Ese día, después de aquel mal gesto por mi parte. No dejó de mirarme.Levantaba la vista, cada vez que pasaba una página de su libro, y me miraba. Al día siguiente, como cada día allí estaba puntual. Con su cigarro y su libro abierto. Yo llegaba caminando, cuando lo vi sentado. Creo que pensó que no me sentaría a su lado, porque por la forma en que me ha mirado creo que me ha reconocido: demasiado tiempo mirándome ayer como para no reconocerme.
Me siento. Pero esta vez me siento a su lado, con tres bancos libres a mi alrededor. Es mi perdón, mis disculpas, por lo de ayer -pienso, pero no le digo-.
Saco mi bocadillo, y comienzo a comer. El me mira, con su cigarro en una mano, y el libro en otra.
Esta leyendo un libro, que he alcanzado a leer, a lo largo de todas las veces que le he mirado de reojo: El guardián entre el Centeno de J.D Salinger.
El, que al parecer no tiene ni un pelo de tonto me mira. Me mira, esperando a que yo me gire a mirarle: me mira con la cabeza totalmente girada, y yo de reojo. Al final termino mirándole y el hablándome: Es un libro muy bueno, deberías leerlo -me dice-.
Y yo con la boca llena, inventando que decir. Hasta que le contesto con : "¿Quieres?, es de salchichón está muy bueno". Me responde que no, que ya ha comido, y comienza a hablarme, como si hubiese estado esperando este momento:
"Mis compañeros comen en un Bar cerca de la obra en la que trabajamos, soy albañil, como decís aquí "paleta", ellos comen un menú que sale por 7 euros, "menú para obreros", pero yo no puedo gastar 7 euros en comer cada día. Yo me traigo preparado de casa un bocadillo, que me como en 5 minutos, así luego, tengo tiempo para venir a este banco, y leer, que es al fin y al cabo lo que más me gusta".
Me quedo sin saber que decirle: ahora entiendo el color blanco y sucio en su ropa, su pelo alborotado, sus zapatos viejos y sucios. Es albañil.Sonrío.
Continúa hablando, no sin antes haberme preguntado si me molestaba. A lo que yo respondo que para nada, que no me molesta, que me gusta escuchar:
"Mi familia no está aquí, está en ecuador, ellas quedaron allí, y yo vine a ganar algo de dinero, cada mes les envío la mayor parte de mi sueldo. Yo gano 800 euros, porque soy de menor categoría que mis compañeros, trabajo en negro, me pagan cada mes dinero en mano. Yo no subo a los andamios, mi jefe dice que yo en ningún momento deje de pisar suelo firme, que si me caigo le busco la ruina. Varios compañeros más trabajan igual que yo "de ilegales". Pero es lo que hay. Yo cada mes necesito el dinero para enviarlo a ecuador. Mi familia, con ese dinero hacen maravillas, mi hija estudia, y mi mujer que está algo enferma, cuida de la casa y de nuestra hija. Huí de ecuador con la intención de traerlas aquí dentro de poco, pero la cosa no es tan fácil. Hasta que yo no tenga dinero suficiente, y un trabajo más seguro nada de eso puede pasar. Habrá que esperar.Sí, me gusta leer, mi sueño es ser escritor, pero es un sueño más, como el de traer a mi familia conmigo, algún día."
¿Sabes? -continúa hablando- hace 5 meses trabajaba en un lavadero de coches, mi jefe era Argentino, no te vas a imaginar. Me pagaba 500 euros, por trabajar desde las 8 de la mañana a las 9 de la noche. Sin descanso. Cada día tenía que comer en 2 minutos. El, compraba su comida en un asador de pollos, que había cercano al lavadero, se lo comía delante de mis ojos, sentado en su silla, y apoyado en su mesa, y nunca me preguntó si quería, ni tan siquiera por cortesía. Y eso, que es Argentino, pensaba cada día, pero yo seguía allí, aguantado malas formas, un horario con el que terminaba reventado, pero bueno, todo fuese por el dinero y porque al fin y al cabo el hombre no se portaba tan mal conmigo. Una mañana, llegué, llovía mucho, y el lavadero estaba cerrado. El tío no venía y yo me resguardé bajo unos balcones, a esperarle. Llegó empapado y con una mala hostia......me asusté, era la primera vez que me asustaba ante sus ojos. Me gritó: que porque no había abierto el lavadero. Y le contesté que quién tenía las llaves era él, no yo. Me gritó que no servía para nada. Entró al lavadero, cogió una bolsa, pequeña, y me la lanzó, me golpeó la cara con ella. La cogí: era dinero, exactamente 120 euros. Me dijo que me fuese que no quería volver a verme, que ahí tenía mi liquidación. Hice la cuenta, faltaban 60 euros, se lo dije, y me dijo que saliese corriendo de ahí si no quería que mañana alguien me buscase y me diese una paliza. Salí de allí y ese mes tuve que dormir en la calle, porque preferí eso a no poder enviarle nada a mi familia. En la calle conocí a dos chicos, españoles, que trabajaban en la obra en la que hoy estoy, ellos me ayudaron, me dieron casa y me presentaron al jefe, que al día siguiente me dio trabajo, es con ellos con quien hoy comparto piso, pago 200 al mes, gastos aparte. Y este es un breve resumen de mi vida, desde que llegué aquí. La gente española me tendió la mano, la extranjera, como yo, me dio patadas. Eso me hizo replantearme muchas cosas............"
Miro el reloj, son casi las tres: tengo que irme a trabajar -le digo-. Yo también -me responde-
¿Mañana estarás aquí? -le pregunto con ganas de que me diga que sí y me siga contando cosas de su vida-.
No. Ya me he terminado el libro -me responde-.
Nos levantamos, se despide con la mano, y su peculiar andar. Le miro alejarse y me doy cuenta que la gente como él: gente luchadora, gente de gran corazón, son los que merecen ganar cualquier batalla, son los que merecen cumplir sus sueños.
Buena suerte campeón.
El chico del libro
te contó
eigual
4 comentarios:
¿Cómo haces para que seamos capaces de meternos en tus historias?
No lo sé; pero me alegro de que así sea.
Gracias!
Una historia muy buena...
Ya me gustaria a mi ser la mujer de Isma... jijiji es buena idea. Pero creo que un poco tarde, ¿no?
Gracias por pasar por mi blog.
Alicia
Una buena historia. Ojalá hablasemos más con la gente
Publicar un comentario