Fugaz

Ese día caminaba sola: me gustaba perderme por las calles empedradas de Granada. Cuando estoy triste me gusta ir a la calle y mezclarme con la gente, que es sorprendente, porque en Granada la gente se detiene a mirarte a los ojos y aquí en Barcelona no.
Estaba muy triste, y esa tarde me fui de casa para que mi familia no me preguntase por qué lloraba a solas en mi habitación, que como no tenía puerta, no podía cerrarla y llorar tranquila. Me fui a la calle, a pasear por "El paseo del Salón" en dirección "Fuente de las Batallas",estaba anocheciendo. Estaba demasiado sola y demasiado triste. Y mientras caminaba hacia la fuente de las batallas, por la Carrera del Genil, comencé a llorar: sólo yo sabía el por qué.
Me senté en un banco y fue en ese preciso instante cuando escuché esa voz. Esa voz que parecía calmar mi tristeza. Levanté la cabeza, y allí estaba: con su guitarra, y su voz. La gente que pasaba (poca, entre semana, y a esas horas de la noche), le miraban, pero nadie se paraba a escucharle detenidamente.

Ésta era la canción que él cantaba mientras me acerqué despacio y me senté en el suelo, con miedo de hacer el más mínimo ruido:




Y allí sentada escuché esa canción terminar, que desde aquel momento supe que aquella voz, y aquella canción, se convertirían en un recuerdo que en cualquier momento podría hacerme llorar de nuevo.
Cuando terminó de cantar la canción, él hombre quedó en silencio. Yo aplaudí. Y también alguna gente, que sin darme cuenta, se habían quedado de pie, detrás mía. Me levanté y me acerqué al hombre.

- Hola, me ha emocionado mucho la canción, ¿cómo se titula? -le pregunté, intuyendo el título-.

-Gracias (sonrisa). Se llama Fugaz. ¿De verdad te ha gustado? -me respondió con ese tono de voz que te envuelve en calma-.

-Mucho, me ha gustado mucho, ¿cómo te llamas?.

-Juan, Juan Ruggieri, difícil de pronunciar (me decía sonriendo), me puedes llamar Juan.

Y así fue como supe su nombre. Así fue como le conocí. Me quedé un rato más allí, escuche dos canciones más, y me encantó. Sabía que no encontraría a este canta-autor medio desconocido por Internet, así que me acerqué de nuevo y le pregunté si había alguna manera de hacerme con sus canciones. Juan metió la mano en su mochila y sacó un Cd, que de lo cutre que era me encantó. Y digo cutre porque la portada estaba dibujada a mano, en un papel arrugado, y el cd era el típico que puedes comprar en el top manta. Le pregunté a Juan por qué no ponía los Cd's a la vista, para que la gente pudiese comprarlos. Y me respondió que el Cd estaba grabado con muy mala calidad, y que la caja era poco estética. Yo le dije que ese era el encanto, y que no me iba a ir sin llevarme uno de esos Cds. Le pregunté cuanto costaba, y me dijo que pensaba venderlos por 5 Euros. Le 10 euros y me lo llevé.

Recuerdo que se lo hice escuchar a alguien, que me confesó que no hacía mucho tiempo había visto a este hombre cantar en la calle, y que esa canción también se le clavó por dentro.
Esa persona y yo fuimos al día siguiente a buscar a Juan, al mismo sitio donde yo le encontré. Pero ya no estaba allí.
Aquel encuentro había sido tan fugaz, como su canción. Y hoy me he acordado de él y de ella.

Dejé de abrazar la almohada

No me va a hundir, ni me hará sentir "pequeña" los comentarios con insultos, los comentarios hirientes. La mitad de esos comentarios, seguramente, los escribe una persona con la que he compartido una coca-cola, y esa persona me conoció físicamente, pero nunca me conoció por dentro, porque los ojos, a veces, están mas ciegos de lo que creemos. Nadie, ninguna persona, que me diga que no sirvo para escribir, va a lograr que abandone mis sueños. Cada vez que recibo una critica destructiva hacía mi forma de escribir, hacia mi persona, no me hundo, al contrario, crezco mucho y sonrío con esta sonrisa de medio lado que tú quizá nunca veas, ni te haga falta ver.

Estos últimos 5 años de mi vida los he pasado tan mal, he estado tan hundida en la mierda, que no se lo deseo a nadie, ni a mi peor enemigo (de tenerlo). He escrito, posiblemente los post más tristes de la historia, mi antiguo blog pudo ser uno de los más tristes de Internet. Pero aquella época terminó, pudiera aún estar ahí, hundida en la mierda, aún más. Pero decidí salir. Y después de dudar entre el suicidio me decanté por la vida, porque sabía que me podían pasar cosas maravillosas. Y no me equivoqué. Menos mal que no me suicidé.

Creé este blog para escribir sobre mi, sobre las personas, sobre el amor. Para escribir historias inventadas. Para escribir algunos poemas. Para darme a conocer un poco más. Y para rodearme de gente buena, y por qué no también de gente mala. De gente que también necesita leer, y escribir para mantenerse vivo. Por eso escribo aquí, y si esta página no es del agrado de alguien, que visiten otras páginas, será que no hay webs y blogs.
Voy a seguir escribiendo aquí. Y voy a seguir escribiendo mi libro, que seguramente publicaré aquí o aquí, a no ser que alguna editorial lo lea y esté interesada. Porque nunca se sabe. Porque esta vida da demasiadas sorpresas.
Yo sigo luchando y sigo escribiendo. Lo hago cada día, desde que despierto. He aprendido a no ser conformista, a hacer más cosas y mejor. Por eso, amigos, a los que me comentáis para bajarme los ánimos, y a los que me los subís cada día, con vuestros comentarios, os tengo que dar las gracias infinitas.
Una vez, estuve sola, hundida, sin nadie a quien abrazar. Solo tenía dos cosas, dos sueños: encontrar un trabajo digno y tener tiempo para escribir.
Ambas cosas las he conseguido. Y, sí, ya no tengo que abrazarme a una almohada, rodeada de silencio y soledad. Ahora me abrazo a un cuerpo. Pues también encontré el amor. Es lo que tiene creer en una misma y tirar hacia delante.
Si fuese tan mala escribiendo, tan mala persona, tan mala en casi todo, a día de hoy no podría escribir lo que he escrito.


Ni estaría tan bien acompañada, de gente, que me llama, que se interesa por mi, por mis cosas, por mi estado de ánimo. De gente que me necesita, que me pide consejos, que me dicen que no deje de escribir, que me piden un poema a escondidas para dedicarlo a su pareja. Yo puedo ser tonta, pero toda esa gente, no tienen ni un pelo de tontos.

Mis amigos

En el instituto yo era la chica rara de gafas que se sentaba en segunda fila a escuchar al profesor. Era la única que se juntaba en el recreo con el chico bajito de melenas, la chica gorda y simpática, y el niño tímido. Nos hicimos verdaderos amigos los cuatro. En invierno, en los recreos, nos íbamos al sol, y contábamos historias. El chico bajito de melenas quería tocar en un grupo de rock, se reía cuando lo contaba, de medio lado, con aquella sonrisa típica de un chico lleno de sueños. A mi me gustaba mucho ese chico, intenté más de una vez emparejarlo con mi amiga, la gorda y simpática, pero no hubo manera, eran demasiado buenos amigos. La chica gorda y simpática quería conocer al amor de su vida, ser ama de casa y tener cuatro perros. Esperaba a su príncipe azul. El chico tímido quería ser bombero, iba al gimnasio porque decía que tenía que ponerse fuerte y mantenerse en forma. Y yo... yo quería ser escritora. Y ellos me animaban. Les leía relatos que escribía durante la clase de matemáticas (de ahí que siempre suspendiera esa asignatura) y quedaban encantados. Sin embargo ahora leo alguna de esas historias que escribía con 18 y 19 años y no me reconozco, me parecen historias muy mal escritas y muy malas, pero muy buenas para aquella época, cuando estaba empezando.
Yo les decía que quería escribir un libro. Y ellos me decían entusiasmados que querían tener uno de mis libros dedicados. Siempre creyeron en mi. Y yo también creía en ellos. Aguanté en aquel instituto, estudiando Administrativo, por ellos, por lo bien que lo pasábamos y porque al fin de al cabo ese título me podría servir para trabajar en alguna oficina, en un futuro.

Y hoy me he acordado de ellos, 12 años después:

El chico bajito de melenas, que quería tocar en un grupo de rock, a día de hoy toca en uno. Que además es bastante conocido. Sigue teniendo la misma sonrisa de medio lado, ha cumplido sus sueños.

La chica gorda y simpática conoció a su príncipe azul, se mudó a Barcelona, y a día de hoy es ama de casa-trabajadora, tiene 3 perros y es realmente feliz.

El chico tímido, ahora viste de color rojo: es bombero. Ha salvado unas cuantas vidas, y tiene tatuadas en su cuerpo algunas marcas de fuego. Es feliz.

Y yo, bueno,.....de mi ya os he hablado muchas veces.

Hoy me he acordado de esos días, de ellos :verdaderos amigos. Muy luchadores.
Esos apodos ( chica rara de gafas, bajito de melenas, chica gorda y simpática, niño tímido) no los he puesto yo, eran los motes que algunos compañeros nos habían adjudicado. Aquellos que se reían de nuestras pintas, de nuestra forma de vivir la vida, hoy en día, el que no tiene hijos a los que no pueden mantener, trabaja infelizmente. Vacío y sin sueños algunos. Aunque he de decir que hubo quien tuvo más suerte.
Una vez me encontré a uno de estos compañeros por la calle, intentando convertirse en mi amigo. Cómo nos sorprende la vida.

La carta de papel

Hola cariño. Sabes bien que no soy de escribir cartas, que no me gusta mi letra. Que me da vergüenza incluso firmar cuando pago con tarjeta de crédito en algún sitio. Pero sin embargo te escribo esta carta. Perdona si la letra no se entiende, te escribo desde el baño del trabajo apoyado en la tapa del váter. Mientras trabajaba me ha entrado el pánico. Un pánico terrible de llegar a casa y no encontrarte. O encontrarte, pero con otro en nuestra cama. Últimamente te noto rara, ya no hacemos nada juntos. Antes, los fines de semana íbamos a los recreativos y yo perdía el poco dinero que me quedaba para terminar el mes intentando coger para ti un muñeco de las máquinas de gancho, y casi nunca te conseguía ninguno y tu te reías y terminábamos volviendo a casa con las manos vacías y el bolsillo también. Y tengo miedo, es más, estoy cagado, cariño, por si llego a casa y no te encuentro.
Por las noches no nos abrazamos en la cama. Tu miras a la pared, y yo cuento los minutos que quedan para que despiertes y poder darte el beso de buenos días. No contestas a los mensajes que te envío, porque dices que tienes mucho trabajo en la oficina, y antes si lo hacías. Ya no. Pienso que ya no quieres tener de pareja a una persona que trabaja sirviendo copas y llenando su ropa de ketchup, que tu mereces algo mejor. Y me entristezco porque es verdad, cariño. Te comprendo. Y sé que si llego esta noche a casa y no estás será lo mejor. Búscate otro hombre: mas fuerte, más guapo, con más aguante en la cama, con mejor trabajo y más dinero. Alguien que no tenga que jugar a una máquina de gancho para impresionarte con un muñeco, que además es feo. Alguien que no te haga mirar a la pared por las noches. Yo quedaré sólo. Te lloraré, porque lloré el día que comenzamos a salir, pues más aún lloraré si me dejas.
Cuando leas esta carta no la guardes. No quiero que nadie más pueda leer esto y se entere del novio que tuviste. No quiero que nadie más piense que perdiste tu tiempo conmigo. Así que rompe la carta, y déjala caer al váter y tira de la cisterna. Antes de despedirme he de decirte dos cosas más: una es que saques tus cosas de casa antes de que yo llegue de trabajar, pero que tengas cuidado de no llevarte por error mi Playstatión 3. Y la otra es, que te voy a dejar yo primero, para ahorrarte arrepentimientos.

Pd: Deja el mando de la televisión sobre la mesa, que luego no lo encuentro.

Sofocos de verano

Que no os extrañe que la gente, cuando comience a apretar el calor ande sofocada e irritante. Y es que en Verano las empresas tendrían que cerrar de forma obligatoria durante todo el mes de Agosto. ¿Por qué?, porque el calor nos asfixia, nos pone de mal humor, nos calienta el cuerpo de tal manera que nos eleva la tensión y nos pone más nerviosos e irritantes.
En Agosto, nos tendrían que pagar a todas las personas por quedarnos en casa con el aire acondicionado o el ventilador, o por perdernos en alguna playa abarrotada de gente, que como tú, buscan refrescarse un poco. Sin embargo, la realidad es otra. Yo, por ejemplo, durante todo el mes de Agosto trabajo. En realidad es lo mejor. Porque la mayoría de mis compañeros escogen ese mes de vacaciones y me quedo sola en la oficina. Y es en ese momento cuando puedes demostrar lo mucho que vale tu trabajo, porque tu sola consigues sacar el trabajo de 5 personas. Luego, cuando todo el mundo ha llegado de sus vacaciones, en Septiembre. Tu te vas. Porque tu has escogido tus vacaciones en Septiembre, Octubre y Noviembre (bien repartidas). Así que les dices adiós a todos, que llegan de las vacaciones más sofocados si cabe.Y te mirarán envidiosos porque ya no les quedan vacaciones y a ti sí. Así es la vida. Y es que siempre me ha gustado eso de ser la última para todo, porque en realidad, ser la última tiene sus ventajas.

Ya he preparado la camiseta oficial de este verano. Que me queda genial. Y que por cierto, cada mañana me tomo un buen vaso de leche con colacao (desde que tengo 4 años de edad) para tener fuerzas durante el día. Esta será la camiseta que llevaré este verano, para combatir sofocos varios:


¿Por qué tengo un blog?

Todo comenzó un día en que un amigo me habló de ello. Yo escribía en un foro, escribía cosas que luego quedaban perdidas por el foro, mezcladas con cosas de gente que también escribía. En ese foro me leía mucha gente, que a día de hoy siguen haciéndolo, y aprovecho para darles las gracias. Mi amigo me comentó de qué iba esto de los blog. Comencé con mi primer blog, allá por el año 2002, en www.zonalibre.org , o incluso antes, tengo mala memoria para las fechas. Mi blog se llamaba Da igual y tras sufrir un cambio importante en mi vida, supe que debía de cerrar ese blog y mudarme a otro. Porque todas las cosas que había escritas me parecían demasiado tristes, y demasiado inmaduras. Así que creé otro, que poca gente conoce, muy poca. No pensaba crearme ninguno, necesitaba intimidad, y escribiendo no la tenía, porque terminaba contando lo que pensaba, lo que sentía e incluso lo que me ocurría. De hecho terminé creándome ese blog. Di la dirección a muy poca gente conocida, porque mucha gente me envió mails pidiéndome que regresara al blog, o que al menos si me creaba otro que se lo hiciera saber porque querían seguir leyendo cosas mías. Gracias a ese blog (el 2º) conocí a unas cuantas personas excepcionales, que a día de hoy creo que me siguen visitando, al menos, de vez en cuando. Fue entonces, cuando decidí que tenía que crearme un blog, en otro sitio, porque el anterior solo había sido un espacio de privacidad y "soledad", y me apetecía volver a ser "eigual" volver a escribir un blog personal, pero más maduro y mejor. Volver a escribir, pero como eigual: renovada y con más fuerzas. Y aquí sigo. Podría haber dejado el tema de los blog desde que cerré el primero, pero no lo hice. Yo necesito mi blog. Necesito escribir aquí, como necesito también escribir en privado sólo para mi, o ese "libro" en el que estoy trabajando y espero podáis muy pronto, la gente a la que le guste mi particular forma de escribir, leerlo.

Hay gente que me dice que casi siempre hablo de amor. Sí, es cierto, suelo tratar mucho ese tema. Porque aunque no caigamos en la cuenta, estamos rodeados, todo el día, de amor. En casa, en el trabajo, con nuestra pareja, con nuestros familiares. Distintas formas de amar, pero amor, al fin y al cabo. Por eso casi siempre hablo de ello. Porque me gusta. Porque tengo mucho amor encerrado, y porque tengo la necesidad de hacerlo, de hablar de ello. Otras personas me han preguntado que de donde saco todas esas ideas a la hora de escribir: sinceramente no lo sé, no sé contestar a eso. Yo, desde que me despierto por la mañana, voy viviendo el día despacio, empapándome de todo lo que ocurre a mi alrededor, de las historias de la gente, sintiendo cada pequeña cosa, cada detalle, y luego no sé que ocurre: necesito escribirlo. Y lo hago. Mejor o peor. Con más faltas de ortografía o con menos.

Estoy contenta. Contenta con mi vida en general. Con lo que estoy haciendo. Incluso estoy contenta con esto de cumplir años, que por cierto, ya toca la semana que viene. Y estáis todos invitados a una ración de palabras, ese día, aquí, en mi blog. Que invita la casa.
Soplaré las velas, claro que sí. Y apuntaré este año en el calendario como único. Los 27 serán una edad maravillosa, para hacer cualquier plan, para cumplir nuevos sueños. Para crecer. Para seguir creciendo y escribiendo. Para todo. Es una buena edad. Me gusta cumplir años. Y esto, con 25 años no lo decía. Pero hace poco me di cuenta de que cumplir años es maravilloso y una gran señal de que sigues vivo. De que ha merecido la pena haber sufrido tanto, años atrás. Y que nunca es tarde para ser feliz si sigue existiendo esperanza y vida.


Sigues en mi memoria y en mi recuerdo




Cuando digo que me gusta Gloria Fuertes, la mayoría de gente se piensan que es una broma, o comienzan a imitarla de una forma un tanto absurda. Yo respeto a toda esa gente que no le gusta Gloria, o que por alguna razón de pequeños, nunca tuvieron en sus manos uno de sus libros infantiles, o de adultos, nunca leyeron alguno de sus poemas. Poemas preciosos. Poemas recogidos en libros. Porque tras la muerte de Gloria Fuertes se siguieron editando sus libros, y vendiendo. De hecho yo comencé a coleccionarlos. Comencé a llenarme de la poesía de Gloria Fuertes. Lo que más me gusta de ella es lo literal que es hablando, lo clara y concisa:





"Quise ir a la guerra, para pararla,
Pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salí una oficina,
Donde trabajo como si fuera tonta, – pero Dios y el botones saben que no lo soy "-.

"Escribo por las noches Y voy al campo mucho. Todos los míos han muerto hace años Y estoy más sola que yo misma. He publicado versos en todos los calendarios, Escribo en un periódico de niños, Y quiero comprarme a plazos una flor natural Como las que le dan a Pemán algunas veces".


Era extraño ver a alguien como yo (con mis recién cumplidos 20 años) recitando poemas de Gloria. Y escribiendo con el mismo estilo que ella (que no igual, ni mucho menos, pues Gloria Fuerte solo hay una). Fue una época de mi vida, en la que me hubiese gustado ir una tarde a casa de Gloria y enseñarle todo lo que había escrito, que ella me dijese si estaba bien o estaba mal. Quería que me hablase de su niñez y su juventud. De las guerras y el hambre. Pero tuve la mala suerte de que me comenzase a apasionar cuando ella ya había muerto.
Por eso de vez en cuando, para mantener vivo su recuerdo, y todo lo que es y fue, le dedico post, de vez en cuando, y sigo releyendo sus poemas, que para mi son fuente de inspiración y aprendizaje.

Como siempre digo,
dedicado a ti, Gloria Fuertes,
que estás en los cielos.

Te pido perdón

Perdona, si por las mañanas me despierto muerta de sueño, y caigo desde la cama sobre el suelo que arde.Perdona si voy medio sonámbula hasta el baño, a lavarme la cara y a tirar por el desagüe el sueño. Perdona si no pronuncio tu nombre, si no te doy un beso.

Perdona mis prisas. Mi manía de no querer llegar tarde al trabajo. Mis silencios en el metro, mis despedidas aún con sueño, cuando te dejo dentro del vagón que nos separa.

Perdona mis silencios o mi tardanza al responderte un mensaje de "te quiero". O mi mala memoria. Perdona siempre mi mala memoria, para los aniversarios, para los cumpleaños, para nuestras citas y nuestros recuerdos. Perdóname.

Perdona mis defectos: mi voz alta, mi mal humor, mis enfados tontos, mis dudas y celos. La estúpida manía de preguntarte cuánto me quieres. Perdona las preguntas que te hago y que se demuestran con hechos.

Perdona si no se escribirte lo más bonito a ti. Si no te digo que a veces, te echo de menos en el trabajo, cuando dibujo tu rostro con mis pensamientos y sonrío como una tonta, y quiero tenerte cerca sin que tengan que ser las ocho de la tarde.

Perdona mis perdones. Cuando te pido perdón y me dices: que no hay nada que perdonar.

Perdona si alguna vez no estoy a tu altura, o si te daño sin darme cuenta: soy algo torpe.


Y perdona, sobre todo, que te pida perdón aquí.

Yo perdono a tu jefe, que nunca te deja llegar puntual a casa.

Encuentro en la parada

Te vi en la parada de autobús,
arrastrabas los pies,
y los sueños.

Tenías el pelo más largo,
la mirada más clara,
y los labios más cerrados.

Quería acercarme a ti,
preguntarte que has hecho todo este tiempo.
Darte un abrazo.

Pero tus pasos me hicieron retroceder.
Y tú teléfono ya no estaba en mi agenda.
Recordé entonces aquellos días,
en que no importaba nada,
si estaba contigo.

El autobús se acercó a la parada,
le hiciste un gesto con la mano,
para que parase.
Te subiste.

Quedé en la acera,
viendo como una vez más,
te marchabas sin despedirte,
sin miradas,
sin abrazos,
sin tu número en mi agenda.

Cosas que tienen que pasar

Si. Alguien ha escrito esto en su blog, y os animo a que lo leáis para entenderme mejor.
Y esta noche ha hecho saltar mis lagrimas, y no de tristeza precisamente.

Gracias Inés , eres más maravillosa de lo que me imaginaba.

Cambios

Ayer quedé con una gran amiga. La conocí en el primer trabajo que encontré en Barcelona. Teníamos algo en común, y es que parte de su familia vive en Andalucía. Ella es una de las personas que ha vivido mis primeros días en Barcelona, cuando llegué con casi lo puesto: sin ahorros, sin trabajo, sin dinero, y con un montón de deudas que me ahogaban a final de mes. Yo hacía bromas, en el trabajo, con mi estado de pobreza. Les hacía reír cuando les decía que los vaqueros que llevaba puestos eran los únicos que tenía y que no los lavaba porque si no, me quedaba sin ellos hasta que se secaban. Que las zapatillas se estaban empezando a rajar por la suela, y que cuando pisaba algún charco se me mojaba el calcetín. Ellas se reían, no por mi situación, sino por la forma en que contaba todo, con sentido del humor y con una sonrisa en la boca, siempre.

Cada día intentaba hacer reír a la gente de la sección en la que trabajaba. Compraba con los euros que mi pareja me dejaba para desayunar con ellas alguna mañana galletas en el supermercado y nos las comíamos mientras trabajábamos entre risas y complicidad. Cuando notaba que alguna estaba triste, la animaba haciendo un poco el tonto. Aquello era una campaña, y diré la verdad: nos pagaban muy poco, y yo andaba buscando otro trabajo, pero sabía que si me iba de allí perdería algo que no pagaba el dinero: las risas y la compañía de aquella gente.
Teníamos un jefe de sección que era como nosotros o peor aún (de alocado y gracioso) y en el ascensor, que era un monta cargas, nos subíamos toda la sección, con nuestro jefe, para ir a recoger las dichosas carpetas con las que trabajábamos y ese monta cargas, los 4 pisos que subíamos lentamente, se llenaba de risas, y nuestro cariño iba creciendo, más y más.

Lo malo fue que poco a poco desaparecimos de allí. Uno a uno. Poco a poco. Recuerdo que a veces decíamos: si tu te vas, me voy yo. Es que, en realidad aguantábamos allí porque nos lo pasábamos muy bien y porque vernos a la ocho de la mañana de Lunes a Viernes en el trabajo nos llenaba de alegría.
Pero esa fue una época como muchas que he tenido. La vida está llena de momentos como esos, irrepetibles. Y vendrán más momentos para no olvidar,y para recordar en días como hoy.

Cuando quedé con mi amiga, nada mas verme me da un abrazo y dos besos. Me mira de arriba abajo. Le digo que tengo nuevos vaqueros, y ademas piratas, y que no son del mercadillo. Que tengo nuevas zapatillas, más bragas y calcetines. Y ella se ríe. Y su sonrisa suena igual que en aquellos días. Le cuento como ha ido mi vida, desde ese Diciembre en que dejamos de vernos cada mañana: mi vida ha cambiado mucho, ahora llego mejor a fin de mes, tengo un trabajo que me encanta en el que hace un mes me hicieron fija, que tengo tiempo para escribir, que he conocido a gente maravillosa que me han brindado oportunidades increíbles. Que he cumplido mas sueños y que soy más feliz. Ella me mira con admiración. Me dice que yo soy un ejemplo a seguir, y yo me río, porque no creo ser ningún ejemplo. Solo que hay que luchar por lo que uno quiere, hay que arriesgarse. Y sobre todo, tenemos que rodearnos de buena gente, que la mala ya aparece sola.

Cuando nos despedimos en el metro pienso que tardaré mucho en volver a verla y siento pena.
Pero más tarde sé que no tardaremos en vernos. Porque he tomado una decisión: le tengo que decir algo que nunca le he dicho.
Y se lo tengo que decir ya.

Carta desesperada

Debería ser egoísta y decirte que vuelvas. Que me faltas todo el rato. Que desde que he llegado a casa solo te he buscado, y te he nombrado, y cualquier ruido me hacía pensar que estabas al otro lado de la casa. Tendría que armarme de valor y rendirme a este sentimiento. No he llorado ni un solo día desde que te fuiste, y no quiere decir esto que no te eche de menos, sino todo lo contrarío. Quiero ser fuerte. He querido ser fuerte, desde que me dijiste hasta pronto. Pero esta noche ya no he podido resistirme, y he buscado como una loca tus caricias en los pliegues de las sábanas, y me he maldecido por lavar tu pijama, el que dejaste bajo la almohada, porque ahora necesito tu olor y no lo tengo: lo ha devorado tu ausencia, se ha ido perdiendo en los días, con este calor.

Me meto en la cama, me pongo de lado, cierro con fuerza los ojos, y me imagino que tus brazos me rodean por la cintura. Y tus manos buscan las mías. En ese momento he llorado, todo lo que días atrás no he sido capaz por querer hacerme la fuerte. La dura. Por no reconocer que te estoy echando de menos más de lo que me imaginaba. Que te estoy necesitando más de lo que creía.
Por eso mi cama es una barca a la deriva, sin remos, cada una de las noches en que no estás. Y arriba solo tengo la luna. Y una libreta mojada, con un bolígrafo que no escribe. No puedo escribir, y me comienza a faltar el aire.
Así me siento amor,
si no escribo.
Si no te tengo, conmigo.

Presentación del libro Al oeste hay apaches

Madrid seguía igual de hermosa, o más, que la última vez que la vi. Esta ciudad, que tan buenos recuerdos pasados me trae iba a ser testigo de un encuentro entre amigos que comparten algo tan bonito, como es la poesía y el sentimiento. El saber hacer llegar ese sentimiento a través de palabras, que más tarde, incluso, pueden convertirse en canciones.


Con todo mi cariño y respeto hacia Rodolfo Serrano, gran escritor, periodista y lo más importante: gran persona. Escribo esta pequeña crónica de un día tan esperado, por muchas personas, que al igual que yo, seguimos a Rodolfo en cada uno de sus pasos, en cada uno de sus versos, en cada uno de los días que él nos regala. Por eso, con todos mis respetos os relato todo lo que sentí la tarde de ayer Martes día 16 de Julio, en el Area de Economía y Area de las Artes del Ayuntamiento de Madrid:


La sala era enorme. Un montón de sillas, ordenadas, esperaban la llegada de las personas que pronto las ocuparían. Me senté, junto con unos familiares que me acompañaban, y junto a una chica, a la que le debo mucho, ya que gracias a ella yo descubrí el blog de Rodolfo Serrano. Nos encontrábamos en primera fila, todo un honor. Pues quería captar, aunque con el pulso tembloroso, algunas instantáneas para poder compartir con vosotros, hoy, el día de ayer.

A Rodolfo le acompañaban unas personas maravillosas en la presentación de su libro, Al Oeste hay apaches, y nos deleitan leyendo varios poemas, que creo que no solo me escalofriaron a mi, sino que todas las personas de la sala debieron sentirlo también:


En esta foto, Rodolfo Serrano y Joaquin Pérez Azauste



Pablo Guerrero, con su voz ronca y con ese sentimiento tan profundo, leyendo unos versos: nos hizo temblar a todos.



Ismael Serrano, como siempre: único e irrepetible, nos leyó unos versos de su Padre, con todo el cariño y ternura del mundo. Versos que según el mismo dijo, se convertirán en canciones.


De Rodolfo Serrano no tengo fotos mientras leía, porque le grabé en vídeo, y posiblemente, si el me da su permiso lo publicaré.
Solo puedo decir que el día de ayer será inolvidable para mi.

Mil gracias.

Quedan 6 horas

Me quedan 6 horas para subir en el autobus que me llevará hasta Madrid.
La noche antes de viajar, sea el viaje que sea, me pongo muy nerviosa. Porque tengo miedo de que el despertador no suene, y perder el transporte que sea. Cuando era pequeña me sucedía lo mismo. La noche antes de ir a alguna excursión, no dormía. Y por la mañana no podía despertar, y mi madre se preguntaba como podía ser que no despertase con lo ilusionada que estaba con la excursión. Ahora que soy mayor, me da miedo que el despertador no suene, me da mucho miedo quedarme dormida. Recuerdo que antes, cuando viajaba mucho, porque mi pareja estaba en otra ciudad, tenía el mismo miedo, y les decía a mis amigos que por favor me dieran un toque largo al móvil a tal hora, por si mi despertador no sonaba. Lo que pasa que se lo decía a varios amigos, por que también tenia miedo de que si se lo decía a uno solo, se pudiese quedar dormido y no avisarme.

Sí, son manías. Paranoias, o como se le quiera llamar. Soy una obsesa del tiempo. No me gusta llegar tarde a ninguna parte, no me gusta que nadie tenga que esperarme más de lo preciso. Eso me ha pasado siempre, por eso, siempre llego a mis citas media hora antes. O cuando me voy de viaje, siempre tengo que estar en la estación una hora antes, porque prefiero dar vueltas por las estaciones, o el aeropuerto, a tener ese nudo en la garganta, producido por el estrés, de no llegar a tiempo.

Miro la cama: debería de irme a dormir, sin embargo, las ganas de escribir me han acorralado en el pasillo, y me han dicho que o escribía unas lineas o no me dejaría dormir esta noche, las 5 horas que me quedan:


Echarte de menos


Rasgo las paredes,
con tu ausencia.
Escribo en voz alta tu nombre.
Abrazo tu almohada,
y tu olor me abraza,
y me eriza el vello.

No se esperarte, amor.
No sé contar los días que quedan,
para volverte a ver.
El calendario ahoga mi espera,
y llena de lagrimas los ojos,
que hace días te despedían,
y gritaban de pena.

Se que el tiempo te traerá,
e inventaremos nuevas noches,
y nuevos caminos,
hasta encontrar nuestras manos.
Quiero no necesitarte tanto,
y sin embargo no lo consigo.
Porque me golpea,
el silencio que dejas,
en esta habitación.

Cuando te vas,
la cama se parte en dos,
las laminas se caen de la pared,
la luz se funde,
y la habitación se queda sin aire.

Yo pierdo las caricias debajo de la cama,
y despierto en mitad de un sueño,
buscando la botella de agua en el suelo.
Y digo tu nombre bajito,
y de respuesta escucho
como tú dices el mio.

Echarte de menos,
no se si es esto,
pero de algo si estoy segura:
quiero dejar de descubrirlo.

eigual

Recomendación de fin de semana

Acabo de ver la película : Posdata: te quiero.
La he visto en casa, por Internet. No estaba segura de que esta película fuese realmente buena, o simplemente "buena", pero ahora me arrepiento de no haber pagado en el cine para verla.
¿Qué puedo decir de esta película?. Estoy sin palabras. He gastado medio rollo de papel higiénico. Y a veces tenía que echar marcha atrás la película, porque no escuchaba algunas escenas por culpa de mi propio llanto. Mientras la ves te vas enamorando, poco a poco, más de él, que de ella. Aunque he de decir que ella borda el papel y que mejor, creo, no ha podido hacerlo. Él aparte de ser el chico más guapo después de Ewan Mc Gregord, desde mi punto de vista, se convierte en ese prototipo de chico que cualquier chica desearía tener. Es más, te enamoras no solo de él, o de ella, sino de la historia. Y te das cuenta de lo que el amor, puede conseguir que hagamos.

Esta película no tiene desperdicio alguno. En medio de la película necesitaba ir al baño, y he de decir que me he llevado el ordenador portátil al baño, para no dejar de verla. Si la ves, seguramente llores. Y si no lo haces, puede que durante toda la película notes un pequeño nudo en el estómago. Eso sí, está película es del productor de: "El diablo se viste de Prada", con lo cual quiero decir, que es posible que pases del llanto a la risa, en un abrir y cerrar de ojos.
Te la recomiendo, te gusten o no las películas románticas. No pienses que es una comedia aburrida y más de lo mismo. Para mi ha sido una gran película, una de esas que poder recordar junto con : Amelie o Mouling Rouge.

Os dejo con el trailer, que se queda corto, demasiado corto, la película es mucho mejor:







Y después del llanto, y de quedar con un cosquillo extraño, pero agradable, en el estómago por culpa de la película, he terminado una camiseta que tenía ganas de tener y tampoco encontraba:


Cruce de vidas ajenas

Hacía una noche como la de hoy. Había llovido mucho durante toda la tarde. Me encontraba en la cama y no podía dormir, la lluvia había dejado mucha humedad, y la humedad se había convertido en un calor impresionante: las sábanas quedaban pegadas a mi cuerpo y me molestaban.
Como no podía dormir me levanté, encendí el ordenador y entré en un chat. Conocí a una chica y estuvimos charlando durante toda la noche. Vimos amanecer. Quedamos para la tarde siguiente. Ella vino a recogerme en coche, un ibiza rojo. Al vernos nos dimos dos besos, y me metí en el coche con ella. Habría podido secuestrarme y violarme si hubiese querido. Pero no di con una psicópata: tuve suerte. Me llevó a cenar a un sitio raro, en el que no me dejó pagar nada. No me sentía cómoda a su lado, y como pienso y creo en que estas sensaciones suelen ser reciprocas, ella tampoco.
Simulé una llamada para poder escapar, ya que era ella quien me tenía que devolver a mi casa en coche. O eso, o cogía un taxi. Pero tampoco me dejaría cogerlo. Le dije que mi Madre no se encontraba bien y tenía que ir a casa. Podía haberle dicho la verdad. Haberle dicho que la cita no era lo que me esperaba, aunque en realidad yo no esperaba nada de esa cita. Pero creo que ella sí. Antes de ir a cenar estuvimos en su casa, me enseñó su habitación y me dedicó una bonita canción. Creo que esperaba que me lanzase a su cuello, pero no lo hice. No porque no me gustase, o no lo desease, sino porque quizá esperaba lo mismo que ella. Y ahí quedo: no sucedió nada. Cuando me dejó en la puerta de mi casa nos despedimos para siempre. A los 3 minutos de irse me envía un mensaje al móvil demasiado escueto, que decía: "qué?".
No recuerdo muy bien que le conteste. Lo único que sé es que nunca más nos volvimos a ver. Nunca supe que es lo que buscaba de mi, ni yo lo que en realidad buscaba de ella. Y es que esa noche, nos cruzamos por caminos iguales, pero con destinos diferentes. Le puse un nombre: "cruce de vidas ajenas". Que significa: Dos personas quedan sin saber muy bien porque. Y entre ellas no queda nada, ni amistad, ni una noche de sexo, ni tan siquiera un recuerdo que se pueda ver y tocar.
Por eso, desde aquel día me prohibí entrar en el chat. Porque no quiero volver a sufrir ese "cruce de vidas ajenas". Días después conocí a la que hoy es mi pareja. Ella no sabe esto. Espero que no me deje por ello.

Colgar tu sonrisa con una chincheta

No sé quien tapará los agujeros
que han dejado las chinchetas,
de aquella lamina de París
que tanto te gustaba.

Esos agujeros eres tú,
dentro de ellos
han quedado parte de tus caricias,
de aquellas risas que hacían salir al sol.

Miro la pared, los agujeros,
y recuerdo aún tu risa,
mientras clavabas las chinchetas,
y me preguntabas si estaba recto o no.
Y yo te decía, más abajo, un poco mas abajo,
un poco más arriba,
un poco más abajo.
Aún las paredes de esta habitación,
guardan el eco de tu voz y tu risa.

Hoy lleno esos agujeros de la pared
con mi tristeza,
y con unas lagrimas tan duras y saladas,
que podría inventar nuevas chinchetas,
para colgar alguna otra lamina contigo.

Podría preguntarte,
¿esta bien así?
podrías decirme lo torpe que soy colgando cosas,
y te aseguro que soltaría la lamina, las chinchetas,
y te colgaría besos en el cuello,
caricias en tu espalda,
y sin dejarte escapar de mi abrazo,
miraríamos la lamina, que ha quedado en el suelo,
y nos parecería que está perfectamente colgada.

Parece una tontería, que unos agujeros, en una pared blanca,
te puedan provocar tanta tristeza.
Te puedan hacer sentir tan vacío,
como un pared sin lamina,
como un agujero,
sin su chincheta.

eigual

Te has ido y ya te hecho de menos


Son las 1:06 de la mañana. Acabo de comerme un yogurt. Hacía muchas noches que no cenaba exclusivamente eso. Y es que hacia muchas noches que no me quedaba en casa tan sola (¿no te pasa, que cuando estás sola no te apetece cocinar?). Ella se ha ido de vacaciones a Nueva York y yo por ser "pobre" me quedo en casa. No está mal esto de andar sola por casa, esquivando a los gatos, a los que ahora les ha dado por hacer escalada por los marcos de las puertas.
Hoy, aunque ella se ha ido, está siendo un día maravilloso (lo cual no quiere decir que no haya llorado varias veces al entrar en nuestra habitación, o que no haya sentido su ausencia cada segundo). No he hecho nada, pero me han pasado muchas cosas. En teoría yo iba a Madrid el Martes día 15 para la presentación del libro de Rodolfo Serrano, pero al final, una llamada inesperada me ha hecho adelantar el viaje y me voy el Lunes: cargada de ilusión, dirección Madrid.

Me he pasado toda la tarde frente al ordenador cambiando el aspecto del blog. Sí, puede que haya quedado peor. O más feo. Pero quería cambiarlo por algo más sencillo. Poco a poco iré dándole algo más de forma, y siempre puedo volver al antiguo. Estas cosas tienen eso, que siempre puedes volver a lo que tenías anteriormente.
Miro la cama y me da vértigo. Me parece una piscina enorme, donde sé, que si me tiro no haré pie. No recuerdo como se dormía en esta cama sin el contrapeso de tu cuerpo sobre el colchón. No recuerdo a que olía el aire de esta habitación con tu respiración y la mía juntas. Extraño hasta el sonido de tu ordenador encendido, o el "click" de tu ratón.
Me pica la espalda y no me llego. Y sin querer miro hacia atrás para pedirte que me rasques, pero no te encuentro en la cama leyendo, o terminando ese juego de la Ds que tanto te gusta.
Esto si es sentirse sola. Y tú con tu partida me lo has recordado. Cuando me sienta sola a tu lado te buscaré y te abrazaré con fuerza. Hoy me lo prometo, y se lo prometo a todos los lectores, de este blog, que hoy se siente tan solo y triste como yo.

Cambiando el diseño

Tenía ganas de darle un cambio al blog, y me he puesto manos a la obra. Pero creo que alguien me está ayudando sin yo saberlo, porque llevo casi toda la tarde para que la fecha se visualice, sin éxito, y por arte de magia ( o no ) ya se ve.

Aún estoy de obras. En cuanto termine, escribo.

Inventar sueños

Hace un calor sofocante. El interior del metro parece un infierno, que nos transporta cada mañana y cada tarde a nuestros respectivos trabajos, a nuestros respectivos hogares.

A Javier me lo encuentro sentado frente a mi, cada tarde nos encontramos en el mismo vagón, el me saluda asintiendo con la cabeza y ofreciéndome una leve sonrisa:
Es un hombre peculiar. Tiene 35 años, un trabajo que no le hace feliz, una enorme casa, está casado con una mujer que tampoco le hace feliz, y tiene una niña y un niño, ambos, muy parecidos a él.
Javier me cuenta:

"La gente te mira, te ve trajeado, y piensan que eres feliz. Que estás forrado de billetes y que eres feliz. Deberían de estar en mi piel aunque fuese solamente un día. Se darían cuenta de que tenerlo aparentemente todo no da la felicidad. Que tus padres te lo den todo hecho no tiene ni una pizca de gracia. Que nazcas ya con un destino fijado, tampoco lo tiene. Cuando apenas comencé a hablar, dije que quería ser bombero. Lo supe desde que mi tío me regaló un pequeño coche de bomberos y me pasaba los días jugando con el, haciéndolo rodar por la casa, y diciendo que yo iba dentro a rescatar a la gente de las llamas. Mi Padre tardó medio segundo, desde que dije aquello, en quitarme el coche de bomberos y esconderlo. Me pasé días y días preguntando por mi coche. Aún recuerdo aquello. Aquellos sueños rotos e ilusiones destrozadas de un niño que ya de pequeño se quedaba sin sueños, porque su sueño era ser bombero y su Padre le robaba los sueños. Eres tan pequeño que no entiendes nada, ni siquiera puedes defenderte. Pero cuando creces y te das cuenta de las cosas, maldices cada paso que has dado, y maldices la vida que te toca vivir".

Me quedo mirando a Javier. Le pregunto que porqué no abandona su vida e intenta perseguir sus sueños. Y el se ríe por no llorar: No tengo sueños, pero me gustaría tener libertad para poder inventarlos. Le digo que se puede intentar cambiar el futuro, que aún es joven, y el me responde con lagrimas en los ojos:
"Tengo una mujer que me quiere, pero yo no la quiero a ella. Es la primera y la única mujer con la que he estado, desde que la conocí mi padre me dijo que me tenía que casar con ella. Que solo un hombre en condiciones se casaría con esa mujer. El día de la pedida de mano creía estar seguro de lo que hacía, años más tarde supe que me había equivocado, no en ese momento, sino en todos los momentos anteriores. Cuando decidí seguir los consejos de mi padre, porque era quien tenía el mando y el poder: el dinero. Mi Madre me lo dijo muy claro, un día, que me sorprendió llorando en el baño y me dijo que tenía que elegir: que seguía los consejos de mi padre o que me preparase para ser un desgraciado toda la vida. Por eso estoy donde estoy. Soy un ser sin vida más. Que cada día camina colgado de unas cuerdas que no muevo. Voy y vengo, dejándome llevar por las decisiones de los demás. Y hoy, fíjate que tontería me veo en un vagón, y te veo a ti, como cada día, en el mismo vagón, frente a mi. Pero tú, tu eres diferente a mi. Tu mueves tus hilos. Y tu decides si quieres cenar sopa, o simplemente no cenar. Tu tienes algo que yo no tengo, ni tendré si no me muevo: libertad. Hoy me he subido en este metro con destino a ninguna parte. No voy a volver a casa. Abandono a mi familia, a mis hijos, a mis padres, mi enorme casa con televisión de plasma. Hoy echan en televisión esa serie que tanto me gusta, y que es lo único que elegía en casa. Me la voy a perder, que tontería ¿verdad?. Que solamente sea eso lo único que me preocupe, cuando estoy apunto de dar este paso tan importante en mi vida. Mañana saldré en los periódicos. Me darán por desaparecido. No le digas nada a nadie, por favor. Prefiero que me tomen por desaparecido o muerto, antes de que piensen que he abandonado a mi familia, por puro egoísmo. Sé que me guardarás el secreto."


Cuando bajé del vagón, le miré por última vez, y fue la única vez que le vi una sonrisa dibujada en su rostro. Le deseo suerte.

Cuando todo es extraño

Hoy escuchaba hablar a mi hermana con sus amigas, por teléfono. La escuchan y se interesan por ella, por como le está yendo todo en sus vacaciones, aquí en Barcelona. He sentido algo de envidia sana, y he quedado sonriendo mientras la escuchaba hablar.

Últimamente noto que la gente que me rodea solamente están en sus cosas, pensando únicamente en sus historias. Llevo tres días sintiendo un leve pinchando en el estómago, porque por más cosas que intento hacer, por mi y por todos, peor creo que van las cosas. Pero da igual. Quedaré sola en casa,durante unos días, y no pienso desperdiciar ni un sólo segundo sintiendo este mal estar. Me perderé en alguna playa, escribiré todas las historias que tengo pendientes,terminaré mis camisetas, y quedaré con amigas a las que aún les debo mucha compañía y risas.

Creo estar empezando sentir una especie de soledad extraña. Hoy, dentro de todo el agobio, me he perdido en la sonrisa de una chica desconocida, por una vez, desde hace mucho tiempo, he querido tener una conversación con una extraña.

La necesidad de sentir miedo

Cuando sientas vértigo cierra los ojos con fuerza. Si estoy a tu lado, di mi nombre: me giraré y cogeré tu mano mientras te canto alguna canción de esas que siempre escucho. Te explicaré como es tu sonrisa cuando sonríes enseñando todos tus dientes. Que es más bonita cuando la pintas de blanco y me dejas casi ciega con su brillo. Te hablaré de aquellos días, cuando me perdía dentro de uno de tus besos y tu me encontrabas para que me volviese a perder, y así, hasta que anochecía, y nos atravesaba el hambre, de punta, a punta del estómago.
Me da miedo que te quedes a mi lado y no seas todo lo feliz que te mereces.
¿Cómo te podría explicar que me gusta el olor que dejas en mi camiseta por las noches?
¿Cómo podría hacerte sentir esos escalofríos que provocas en mi cada vez que me miras con la misma mirada de la primera vez?

Si te dijera que no tengo miedo de que esto se termine te estaría mintiendo. Tengo miedo a todo. Porque el miedo, en realidad, es una forma más de sentirse vivo. Y yo tengo miedo todos los días. De lo que si estoy segura es de que si algún día te vas con otra, esa otra, no podrá, ni sabrá, escribirte todo lo que yo te escribo.
Ni tendrá tanto miedo a perderte como tengo yo.

Porque el amor no se mide preguntando ¿cuánto me quieres?.
En el amor no existe el "cuanto", ni los números: en el amor existen los hechos, y lo confirman los años que ella, o él, se queda a tu lado, queriéndote tal como eres.

Debajo de la cama tengo un Genio que me cumple deseos

Debajo de mi cama hay un genio disfrazado de gato que me cumple todos los deseos que le pido. Por ejemplo, ayer le pedí tres:

1.-No tener que ir a trabajar ni hoy, ni hasta el Jueves de la semana que viene.
2.-Tener dinero para ir a las rebajas.
3.-Despertar con un pijama del gato Felix.

Esta mañana, cuando he despertado, me he dado cuenta de que el Genio me ha cumplido todos mis deseos. Yo, que no creía en nada de eso, ni en nada que se le pareciese. Pues sí, existe. Y como me gusta compartirlo todo os lo presto, para que también vosotros le pidáis lo que queráis.

Además, os lo presto y si se quiere quedar bajo vuestra cama no me importa, porque esto de pedir cosas, levantarte por la mañana y encontrarlas hechas casi que no tiene gracia. Pero la primera vez te hace hasta ilusión.

Mentiras que se dicen

Me mintió quien me dijo que no era posible encontrar un trabajo de 8 horas.

Me mintió quien me dijo que no era posible tener vacaciones pagadas o días de fiesta libres.
Me mintió quien me dijo que no era posible ir feliz a trabajar cada mañana.
Me mintió quien me dijo que yo nunca tendría nada de lo anterior. Y se equivocó al decirme que mi destino y mi futuro estaba tras la barra de un bar sirviendo copas.

Todas esas personas que me mintieron a mi, y se mintieron a ellos mismos, hoy, cuando les cuento todos los cambios que ha sufrido mi vida en tan sólo 7 meses, quedan en silencio. Sus vidas siguen igual, nada ha cambiado, siguen en los mismos trabajos, frecuentando los mismos bares, besando a la misma persona. De haberme quedado en aquel lugar rodeada de toda aquella gente, a día de hoy, estaría igual que ellos: trabajando en un trabajo sin futuro y que no me dejaba tiempo libre para vivir, siendo infeliz con la misma mujer, la misma que también era infeliz conmigo.
Sé que cuando hablo de esto mucha gente se ríe: porque no conocen ni un 60% de mi historia. Porque no han vivido todo lo que con tan solo 26 años he vivido yo.

Y hoy estoy un 80% completa, gracias a que un día dejé atrás el miedo, y tiré todos esos consejos de gente que no es capaz de luchar por nada en la vida, que les gusta que se lo den todo hecho. Yo sabía que a mi nadie me tenía que dar las cosas hechas. Supe que quería estar con ella, supe que quería cambiar de ciudad, supe que era valiente para hacer todo esto. Por eso lo decidí y dije que me iba. Y me fui con lo puesto, sin pedir nada a nadie, porque nadie quería apostar por mi ni por mi futuro, ni un céntimo.Toda mi familia pensaba que fracasaría y que volvería a casa con las manos vacías, y el corazón roto: se equivocaron. Ahora, cuando les llamo para decirle lo bien que me va no saben que decir.

Quedan 3 horas para que una parte de ese 20% que me falta para ser 100% feliz, esté a mi lado (mi familia, en concreto mi hermana). Cuando ella llegue y vea todo lo que tengo ahora, cuando vea la ciudad tan bonita en la que ahora vivo, cuando le pueda enseñar las calles por las que camino cada día pensando en ella, cuando conozca a la gente con la que cada día convivo, solo entonces podrá confirmar que aquí soy realmente feliz. Que no me equivoqué. Que los que se equivocaron fueron ellos, la gente que no tiene lo que hay que tener para lanzarse y luchar por una vida mejor. Porque solo tenemos una vida para intentarlo, y no podemos quedarnos de brazos cruzados, no podemos quedarnos como hace mucha gente, que se conforma con lo que tiene por el miedo a fracasar.

Yo vine a Barcelona sin dinero, sin trabajo, con deudas, y con un pasado que no le deseo a nadie. Y sin embargo, hoy sonrío. Y tengo 10 días de vacaciones pagadas, y cada noche beso a una persona que me quiere infinito, y de la que estoy totalmente enamorada.
A los que me mintieron les quiero, por eso les perdono aquellos consejos.

Novedades


Tengo cámara digital nueva (regalo adelantado de cumpleaños), y móvil nuevo con una cámara mejor de lo que yo me imaginaba (gracias a los puntos de vodafone). Con lo cual, en mis vacaciones tomaré un montón de fotos, y me dejaré parte del dedo pegado en el botón de tanto apretarlo.

Sí, me quedan tan solo 2 días y medio para pillar mis ansiadas vacaciones. Mis primeras vacaciones pagadas, mis primeras vacaciones en un trabajo digno y que me gusta. Tendré tiempo para escribir, para rematar unas cuantas cosas que estaba escribiendo, para pasar tiempo con mi hermana, porque en vez de viajar yo, he decidido pagarle un viaje a ella, que nunca ha cogido un avión y traerla conmigo, enseñarle Barcelona y verla sonreír. No sé que más puedo pedir. España ya es campeona. Escribo, que es lo que me gusta. Me siento feliz, y sí, escribo bien (con faltas, pero bien). Y me importa un carajo la gente que dice que escribo mal, la gente que me critica, la misma gente que dice todo eso, y que cada día entra en mi blog a ver si he escrito algo nuevo (os doy las gracias porque sin vosotros yo no sería lo mismo).

Feliz noche.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.