No sé quien tapará los agujeros
que han dejado las chinchetas,
de aquella lamina de París
que tanto te gustaba.
Esos agujeros eres tú,
dentro de ellos
han quedado parte de tus caricias,
de aquellas risas que hacían salir al sol.
Miro la pared, los agujeros,
y recuerdo aún tu risa,
mientras clavabas las chinchetas,
y me preguntabas si estaba recto o no.
Y yo te decía, más abajo, un poco mas abajo,
un poco más arriba,
un poco más abajo.
Aún las paredes de esta habitación,
guardan el eco de tu voz y tu risa.
Hoy lleno esos agujeros de la pared
con mi tristeza,
y con unas lagrimas tan duras y saladas,
que podría inventar nuevas chinchetas,
para colgar alguna otra lamina contigo.
Podría preguntarte,
¿esta bien así?
podrías decirme lo torpe que soy colgando cosas,
y te aseguro que soltaría la lamina, las chinchetas,
y te colgaría besos en el cuello,
caricias en tu espalda,
y sin dejarte escapar de mi abrazo,
miraríamos la lamina, que ha quedado en el suelo,
y nos parecería que está perfectamente colgada.
Parece una tontería, que unos agujeros, en una pared blanca,
te puedan provocar tanta tristeza.
Te puedan hacer sentir tan vacío,
como un pared sin lamina,
como un agujero,
sin su chincheta.
eigual
Colgar tu sonrisa con una chincheta
te contó
eigual
1 comentarios:
Precioso poema... está bien recordar tantos momentos felices con sólo mirar a una lámina, y unos huecos... es bueno recordarlo todo... pero, no llorar....
Bss
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