Entré a trabajar en aquella oficina gracias a mi Padre, que por su trabajo conoce mucha gente. Conocía a un hombre con una empresa demasiado importante en la ciudad. Yo había terminado de estudiar Administrativo. Y mi Padre me dijo que ya me estaba buscando un trabajo, que tuviese paciencia. Le dije que no hacía falta que me buscase un trabajo, que no se preocupase. Que yo mi misma lo haría. Pero insistió, me decía que tenía un conocido con una empresa importante y que mejor que trabajar en un sitio donde conocen a tu Padre, y claro, el jefe es amigo de tu Padre. Acepté. A la semana ya estaba trabajando allí. La empresa bastante bien organizada. Era un departamento, del que no puedo hablar mucho (por cortesía) pero si puedo decir que manejaba mucho dinero a diario (todo legal, demasiado diría yo). Yo entré como Administrativa, me pusieron un ordenador para mi sola (con Internet) y unos documentos que tenía que ir revisando e introduciendo en el ordenador. El trabajo era pesado, para que mentir, pero cada mes ganaba 1000 euros, con dos pagas extras al año, y claro, con otro trato al ser la hija de mi Padre, famoso y conocido por el trabajo que tiene. Tenía 6 compañeros más. Todos mayores que yo. El que menos me sacaba 5 años. Los demás rozaban ya los 40. El trabajo como digo, era pesado. Por eso, cuando el jefe se iba yo abría el word y me ponía a escribir como una loca. Luego me enviaba el documento word a mi correo y listo, nadie se enteraría de nada. Pero ese día detrás de mi había un compañero. Era gordo, muy gordo, con gafas y bastante osito. Lo miré. Con cara de "me has pillado". El me sonrió, la verdad es que tenía aspecto de bonachón pero era mala persona. Se lo diré al jefe, me dijo. Y al jefe no le hace gracia este tipo de cosas, además, te hará que le enseñes lo que has escrito -me dijo-. Por un momento pensé que lo que me dijese este tipo me daba igual, pero luego pensé en mi Padre, en que el jefe se lo diría a mi Padre, y mi Padre me diría que vaya vergüenza dar la cara por mi para entrar en ese trabajo y yo escribir, que para eso no me pagan, que me pagan para hacer las tareas que me mandan, no para escribir. Por eso miré a mi compañero a los ojos y le dije: no se lo digas. Haré lo que quieras, menos sexo, claro.
Vale, me dijo mirándome fijamente. Seguidamente llamó a sus compañeros, se agruparon todos formando un círculo. Yo alucinaba al verlos. Luego se acercaron a mi, y el que me había pillado escribiendo me dijo: "Mira, tu lo que veas aquí, a partir de las 4 de la tarde, bien callada, ¿vale?, no se lo dirás al jefe, ni a ningún otro trabajador de la empresa, ni a tu Padre tampoco le podrás contar nada, pues sabemos que tu Padre es amigo del jefe". Dije que sí, dije que sí sin saber lo que esta gente se disponía a hacer.
Entraron a la habitación donde el jefe entraba dos veces al día. El jefe casi nunca estaba por allí, como cada uno sabíamos el trabajo que teníamos que hacer no hacía falta. Tan solo venía a esa habitación a las 9 de la mañana y a las 3 de la tarde, hora en que se iba para no volver hasta el día siguiente. Salieron de la habitación, cargados de billetes, de todas clases, de todos los colores. Me quedé sin voz. La boca me quedó entre abierta durante un rato. Joder, estos cabrones estaban robando dinero. Se lo repartieron. Uno de ellos se acercó. Y me dijo. Mira, venimos haciendo esto desde hace 3 días, cuando nos hemos dado cuenta de que nadie, absolutamente nadie lleva las cuentas de el dinero que entra en esta habitación, ni tan siquiera lo cuentan, por eso, como el sueldo se queda corto, nosotros mismos nos servimos. Pero poco, unos 500 cada uno. Y echaron a reír. Cuando se repartieron el dinero. Se sentaron en sus asientos, esta vez más sonrientes. El gordo se dio la vuelta, y me recordó: Tu de esto ni una sola palabra eh?. Tu escribes de 3 a 6, y nadie se enterará, y nosotros paga extra, y comenzó a reír con una risa nerviosa, que parecía hasta ridícula.
Al día siguiente nada fue igual en ese trabajo. Yo no me encontraba bien haciendo eso, me sentía mal. Saber que esta gente se estaba forrando a costa de la empresa y de mi. Me hacía sentir mal, hasta tal punto que de 3 a 6 no escribía, me comía las uñas y contaba los minutos que quedaban para salir del trabajo.El jefe venía cada día, a la misma hora y se metía en la habitación. Dejaba el dinero y se iba. Esos tres días después de haber dicho que sí a semejante proposición fueron un infierno.
Pero lo peor, llegó el cuarto día. Ese día mis compañeros tuvieron la genial idea de robar, cada uno 1000 euros, un total de 6000 euros. Y no se les ocurrió otra cosa que meter el dinero en mi mochila, aprovechando que yo fui al aseo. Ese día todo estaba en contra de mi. El jefe llegó de casualidad a las 4, porque según dijo un imprevisto le había sacudido. Fue a la habitación, donde deja el dinero, y solo se escuchó un grito. Salio y muy serio preguntó si alguien había entrado en la habitación. Todos dijeron que no. Menos yo. Yo no dije nada, porque solo yo sabía lo que verdaderamente estaba ocurriendo. Sentí miedo. Y más miedo cuando un compañero mio se levantó y anunció que yo estaba robando dinero. Me asusté demasiado porque todos me señalaban. Yo empecé a decir que no tenía nada que ver, que eran ellos los que robaban. Ellos se reían, se acoplaban a la situación. Claro, llevaban años y años en la empresa, cobrando sueldazos ¿para que robar?, el jefe les creía. Cuando se acerco a mi y me dijo que abriese la mochila temblé. Pero como yo pensaba que no había nada la abrí tranquila. Y nada más abrirla, billetes de 500 euros y 200 euros relucían. Yo quedé con la boca tan abierta o más que la de mi jefe. Mi jefe se dio la vuelta, respiró. Dio un zapatazo contra el suelo, y cuando se giró me dijo que por favor pusiera ese dinero en la mesa. Lo puse todo, mientras miraba a mis compañeros que hacían sus trabajos como si nada sucediera, como si ellos no hubiesen hecho nada, y yo fuese una choriza. Hijos de puta, pensaba, cada vez que sacaba un billete de mi mochila. 6000 euros había en total, mi jefe los cogió, dijo que se iba a arreglar unos asuntos, y que conmigo ya hablaría mañana.
A la mañana siguiente allí estaba yo, mal, muy mal. Toda la noche sin pegar ojo. Rogando porque me creyese. Pero no me creyó. Se lo conté todo tal cual había pasado, le conté que iba a mantenerme callada para que mis compañeros no le dijesen que yo había estado escribiendo, que para mi era vital y en ese momento me llegó la inspiración y tuve que hacerlo. El no me creyó me dijo que esa excusa era demasiado infantil, que no se esperaba esto de mi. Que ahora, o devolvía 5800 euros que faltaban, de días anteriores, o se lo contaría todo a mi Padre. El jefe había estado echando en falta dinero días atrás, pero pensaba que sería algún error suyo. Hasta que al descubrir ese dinero en mi mochila, las culpas de la desaparición del dinero que faltaba en días anteriores eran mías. Dije una y mil veces que yo no había hecho nada. Pero claro, mi jefe era abogado, y además inteligente. Por tu bien, busca ese dinero, o échate a temblar -me dijo-.
Y ya te digo si temblé. Esperé a mis compañeros a la salida del trabajo, una tarde. Salían todos juntos, riendo y demás. Les pregunté que por que me hicieron eso. Y me lo contaron todo: había sido un error, metieron el dinero ahí porque era el único lugar seguro para guardar tanto dinero, que era la primera vez que cogían tanto y tenían miedo de guardarlo ellos. Y mira, me tocó a mi guardarlo, que pensaban que de mi nunca sospecharía el jefe.Les dije que me devolvieran el dinero que habían estado robando días atrás, que el jefe me lo exigía a mi. Se echaron a reír. Que ese dinero ya estaba más que invertido me dijeron. Y riendo se fueron. Les grité ladrones en mitad de la calle.
Así que tuve que pedir un préstamo de 6000 euros para pagar un dinero que yo no gasté ni robé, al gilipollas de mi jefe que está forrado. Llevo pagando ese préstamo dos años y este año es el último. Por eso estoy deseando que llegue el año 2009, a todo el mundo se lo digo, y casi nadie me entiende, que como puedo estar deseando que pase el tiempo. Mi Padre nunca se enteró. Mi jefe nunca le dijo nada, creo que por quedar bien delante de mi Padre porque habría sido triste decirle que me ha cobrado 5800 euros, que no sabe a ciencia cierta que robé yo. Y tampoco mi Padre sabe de la necesidad que paso cada mes por culpa de pagar 200 euros de cuota mensual. Sé que si le hubiese dicho a mi padre todo lo ocurrido me habría creído pero preferí pedir el préstamo y pagarlo yo sin que nada de esto saliese a la luz.
¿Porqué te has ido de ese trabajo, con lo genial que era? -me preguntó mi padre una tarde-.
Pues porque prefiero la hostelería aunque se cobre una mierda y se trabajen fines de semana y festivos. Y así fue como, encima de todo, tuve que trabajar para mi Padre durante casi un año ganando una mierda, y trabajando más que una negra.
Vale, me dijo mirándome fijamente. Seguidamente llamó a sus compañeros, se agruparon todos formando un círculo. Yo alucinaba al verlos. Luego se acercaron a mi, y el que me había pillado escribiendo me dijo: "Mira, tu lo que veas aquí, a partir de las 4 de la tarde, bien callada, ¿vale?, no se lo dirás al jefe, ni a ningún otro trabajador de la empresa, ni a tu Padre tampoco le podrás contar nada, pues sabemos que tu Padre es amigo del jefe". Dije que sí, dije que sí sin saber lo que esta gente se disponía a hacer.
Entraron a la habitación donde el jefe entraba dos veces al día. El jefe casi nunca estaba por allí, como cada uno sabíamos el trabajo que teníamos que hacer no hacía falta. Tan solo venía a esa habitación a las 9 de la mañana y a las 3 de la tarde, hora en que se iba para no volver hasta el día siguiente. Salieron de la habitación, cargados de billetes, de todas clases, de todos los colores. Me quedé sin voz. La boca me quedó entre abierta durante un rato. Joder, estos cabrones estaban robando dinero. Se lo repartieron. Uno de ellos se acercó. Y me dijo. Mira, venimos haciendo esto desde hace 3 días, cuando nos hemos dado cuenta de que nadie, absolutamente nadie lleva las cuentas de el dinero que entra en esta habitación, ni tan siquiera lo cuentan, por eso, como el sueldo se queda corto, nosotros mismos nos servimos. Pero poco, unos 500 cada uno. Y echaron a reír. Cuando se repartieron el dinero. Se sentaron en sus asientos, esta vez más sonrientes. El gordo se dio la vuelta, y me recordó: Tu de esto ni una sola palabra eh?. Tu escribes de 3 a 6, y nadie se enterará, y nosotros paga extra, y comenzó a reír con una risa nerviosa, que parecía hasta ridícula.
Al día siguiente nada fue igual en ese trabajo. Yo no me encontraba bien haciendo eso, me sentía mal. Saber que esta gente se estaba forrando a costa de la empresa y de mi. Me hacía sentir mal, hasta tal punto que de 3 a 6 no escribía, me comía las uñas y contaba los minutos que quedaban para salir del trabajo.El jefe venía cada día, a la misma hora y se metía en la habitación. Dejaba el dinero y se iba. Esos tres días después de haber dicho que sí a semejante proposición fueron un infierno.
Pero lo peor, llegó el cuarto día. Ese día mis compañeros tuvieron la genial idea de robar, cada uno 1000 euros, un total de 6000 euros. Y no se les ocurrió otra cosa que meter el dinero en mi mochila, aprovechando que yo fui al aseo. Ese día todo estaba en contra de mi. El jefe llegó de casualidad a las 4, porque según dijo un imprevisto le había sacudido. Fue a la habitación, donde deja el dinero, y solo se escuchó un grito. Salio y muy serio preguntó si alguien había entrado en la habitación. Todos dijeron que no. Menos yo. Yo no dije nada, porque solo yo sabía lo que verdaderamente estaba ocurriendo. Sentí miedo. Y más miedo cuando un compañero mio se levantó y anunció que yo estaba robando dinero. Me asusté demasiado porque todos me señalaban. Yo empecé a decir que no tenía nada que ver, que eran ellos los que robaban. Ellos se reían, se acoplaban a la situación. Claro, llevaban años y años en la empresa, cobrando sueldazos ¿para que robar?, el jefe les creía. Cuando se acerco a mi y me dijo que abriese la mochila temblé. Pero como yo pensaba que no había nada la abrí tranquila. Y nada más abrirla, billetes de 500 euros y 200 euros relucían. Yo quedé con la boca tan abierta o más que la de mi jefe. Mi jefe se dio la vuelta, respiró. Dio un zapatazo contra el suelo, y cuando se giró me dijo que por favor pusiera ese dinero en la mesa. Lo puse todo, mientras miraba a mis compañeros que hacían sus trabajos como si nada sucediera, como si ellos no hubiesen hecho nada, y yo fuese una choriza. Hijos de puta, pensaba, cada vez que sacaba un billete de mi mochila. 6000 euros había en total, mi jefe los cogió, dijo que se iba a arreglar unos asuntos, y que conmigo ya hablaría mañana.
A la mañana siguiente allí estaba yo, mal, muy mal. Toda la noche sin pegar ojo. Rogando porque me creyese. Pero no me creyó. Se lo conté todo tal cual había pasado, le conté que iba a mantenerme callada para que mis compañeros no le dijesen que yo había estado escribiendo, que para mi era vital y en ese momento me llegó la inspiración y tuve que hacerlo. El no me creyó me dijo que esa excusa era demasiado infantil, que no se esperaba esto de mi. Que ahora, o devolvía 5800 euros que faltaban, de días anteriores, o se lo contaría todo a mi Padre. El jefe había estado echando en falta dinero días atrás, pero pensaba que sería algún error suyo. Hasta que al descubrir ese dinero en mi mochila, las culpas de la desaparición del dinero que faltaba en días anteriores eran mías. Dije una y mil veces que yo no había hecho nada. Pero claro, mi jefe era abogado, y además inteligente. Por tu bien, busca ese dinero, o échate a temblar -me dijo-.
Y ya te digo si temblé. Esperé a mis compañeros a la salida del trabajo, una tarde. Salían todos juntos, riendo y demás. Les pregunté que por que me hicieron eso. Y me lo contaron todo: había sido un error, metieron el dinero ahí porque era el único lugar seguro para guardar tanto dinero, que era la primera vez que cogían tanto y tenían miedo de guardarlo ellos. Y mira, me tocó a mi guardarlo, que pensaban que de mi nunca sospecharía el jefe.Les dije que me devolvieran el dinero que habían estado robando días atrás, que el jefe me lo exigía a mi. Se echaron a reír. Que ese dinero ya estaba más que invertido me dijeron. Y riendo se fueron. Les grité ladrones en mitad de la calle.
Así que tuve que pedir un préstamo de 6000 euros para pagar un dinero que yo no gasté ni robé, al gilipollas de mi jefe que está forrado. Llevo pagando ese préstamo dos años y este año es el último. Por eso estoy deseando que llegue el año 2009, a todo el mundo se lo digo, y casi nadie me entiende, que como puedo estar deseando que pase el tiempo. Mi Padre nunca se enteró. Mi jefe nunca le dijo nada, creo que por quedar bien delante de mi Padre porque habría sido triste decirle que me ha cobrado 5800 euros, que no sabe a ciencia cierta que robé yo. Y tampoco mi Padre sabe de la necesidad que paso cada mes por culpa de pagar 200 euros de cuota mensual. Sé que si le hubiese dicho a mi padre todo lo ocurrido me habría creído pero preferí pedir el préstamo y pagarlo yo sin que nada de esto saliese a la luz.
¿Porqué te has ido de ese trabajo, con lo genial que era? -me preguntó mi padre una tarde-.
Pues porque prefiero la hostelería aunque se cobre una mierda y se trabajen fines de semana y festivos. Y así fue como, encima de todo, tuve que trabajar para mi Padre durante casi un año ganando una mierda, y trabajando más que una negra.
3 comentarios:
No sé si es real o no. Pero es una historia angustiosa. Dime que no es cierta.
No sé si creermelo, la verdad.
De ser así, ellos serían los que tuvieran que haberte ido pagando el préstamo.
La vida es injusta, y no se porque ya van varias veces que me han engañado.
La historia, sí, es mentira. Pero lo de que me robaron 6000 euros es totalmente cierto, al igual que lo del crédito y que en el 2009 termino de pagarlo. La historia de verídica no la voy a contar, porque es incluso más increíble que esta, y más larga, muy larga.
Gracias por vuestros comentarios!
Saludos Rodolfo y juan rafael!
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