Esos ojos brillantes

Casi cuatro meses hemos necesitado para quedar, por fin. Para volver a vernos las caras, y poder compartir un café. Hemos quedado en la puerta del Fnac, donde casi todos los enamorados, amigos y familiares quedan, o toman como punto de referencia. Yo he llegado antes, como siempre. Me gusta llegar a cada cita 15 minutos antes, me gusta eso de esperar, que no me tengan que esperar a mi. Cuando quedas con alguien, al menos para mi, no hay nada peor como llegar tarde. Tener a esa persona esperando, mirando el reloj, me desespera casi más que esperar yo. Por eso siempre llego antes, prefiero ser yo la que espere.
Y como iba diciendo, yo he llegado antes. He ojeado las portadas de las revistas en el Fnac, mientras con la mirada hacía un viaje por los rostros de las personas. Cuando he salido del Fnac, me he quedado mirando fijamente a un chico que plegaba su bicicleta, entonces a aparecido ella. Tan puntual. He de decir que no pensaba que para quedar conmigo hiciese falta ponerse tan guapa. Estaba radiante. Sus ojos brillaban. La última vez que la vi tenía los ojos apagados y casi le costaba hablar de ella misma. Pero desde que nos hemos visto, en la puerta del Fnac, sus ojos me han iluminado. Al verme he intuido sus nervios. Al parecer tenía muchas ganas de verme, y yo a ella también. Es una mujer muy tierna, que te inspira una gran ternura. Desde que la he visto solo me apetecía meterla dentro de un abrazo. Es de las típicas mujeres que cuando te hablan te tranquiliza y te hace sentirte muy a gusto dentro de la conversación. Quizá por eso en toda la tarde no hemos parado ni un segundo de hablar.
¿Dónde vamos, te apetece un café o una coca-cola? -le he preguntado después de vernos y darnos los dos besos de rigor-. Ha elegido un café, y hemos ido a una cafetería que a elegido ella, y ha elegido muy bien, me ha gustado mucho el sitio. Hemos elegido una mesa, en la que nos hemos pasado, ella con un café con leche y yo con un batido de chocolate 3 horas seguidas. Me ha contado de su vida, y yo de la mía. Le he hecho reír tantas veces, como ella me ha estremecido y emocionado. He tenido que aguantar en varias ocasiones las lagrimas, y las ganas de levantarme de mi silla y abrazarla. Porque ella no está pasando por un buen momento sentimental y tampoco laboral. Dentro de lo que he podido le he ayudado. Le he dicho que lleve mañana mismo un curriculum, a mi empresa. Ojalá la cojan, no me importaría tenerla por compañera el resto de mi vida.
Y allí hemos pasado toda la tarde, sentadas, yo hablando por los codos, y ella me escuchaba y reía. Mi meta, esta tarde, era hacerla reír. Y lo he conseguido. Eran las nueve menos cuarto cuando he mirado el reloj y le he preguntado que si tenía que irse. Me ha mirado a mi, luego su reloj y más tarde su móvil. Creo que ha dicho que se tenía que ir para dejarme ir a mi. Yo me hubiese quedado con ella mucho más tiempo. Creo que me tiene muchas cosas aún por contar, y yo a ella, cosas que aún ni sabe, y creo, que ni se imagina.
La miraba a los ojos, esos ojos brillantes, que sin ella saberlo, me han provocado en ocasiones verdaderos escalofríos. Aún sigo sin entender como la vida puede jugarle tan malas pasadas a gente como ella. Aún así, quitando los problemas y las penas, y todo aquello que la atormentan, me quedo con lo mejor de esta tarde: sus ojos brillantes y la sonrisa que he conseguido robarle por unos instantes.

Espero volver a verla pronto.

3 comentarios:

X 6 de marzo de 2008, 23:48  

Yo también quedaba en la puerta de la Fnac. :-)

Alas 7 de marzo de 2008, 10:54  

La vida suele jugar malas pasadas a la buena gente, es algo que no consigo comprender...

Qué suerte un café y una amiga en una charla interminable... lo echo de menos...

juan rafael 7 de marzo de 2008, 12:22  

Con las personas que tienden a sonreir se pasa el tiempo más deprisa y más agradable.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.