Los hombres también lloran

Me llamó una noche: eran las 2 de la madrugada. Yo estaba dormida, aún así, como siempre dejaba el teléfono encendido, escuché la llamada. Al descolgar escuché su voz. Él estaba llorando: Necesito verte, esta noche necesito dormir con alguien. Él es un buen amigo, una vez me salvo el cuello en el Bar, cuando unos chulos entraron para llevarse la recaudación del día. El intervino y desde ese momento nos hicimos amigos. Esa noche me necesitaba. Me levanté como pude de la cama, me vestí, me puse una chaqueta, la bufanda y salí corriendo hacía su casa. Ni siquiera me dió miedo caminar a esas horas por la calle, menos mal que vivía cerca de casa. Cuando llegué lo encontré casi desnudo, había intentado cortarse el abdomen con un cuchillo de cocina, sangraba. Le cogí de la mano y lo lleve hasta el comedor, le hice sentarse en el sofá, mientras le curaba la herida. Él lloraba, nunca había visto llorar a un hombre de aquella manera. Él era guapo, joven, y trabajador. La chica con la que estaba le había puesto los cuernos con un ex, un tío con el que según decía no quería ni el saludo, y le falto poco tiempo para acostarse con el.
Joder, la quería -me dice llorando-, es muy difícil que yo me enamore, no lo suelo hacer, y para una vez que me enamoro me pasa esto. Lo malo no es los cuernos, lo malo es que a pesar de todo la sigo queriendo. La verdad es que verle sentado en el sofá, llorando y triste, daba tanta pena como rabia. En ese momento podría haberle dicho que hay más chicas, que el mundo no se ha terminado. Que es guapo y sensible, y eso a las mujeres nos gusta mucho. El me miraba: ojalá te gustasen los chicos también, seguramente me habría fijado antes en ti, que en ella -me dice-. ¿Y quién ha dicho que no me gusten?. Prefiero a las mujeres, pero esto no quiere decir que me pueda gustar alguno -le contesté-.
Sé que de haber sentido atracción por él, esa noche no hubiese pasado nada entre nosotros. Nos pasamos toda la noche abrazados en el sofá, con una manta por encima. Él temblaba, y yo de vez en cuando le destapaba para ver como tenía la herida. Le tenía en mis brazos, como si fuese muy frágil, de hecho, lo era. En esos momentos era el hombre más frágil de la habitación. Y el único.
Pasó bien la noche. Yo, no dormí, tuvo muchas pesadillas, y repetía el nombre de la mujer que tanto daño le había hecho, y yo cada vez que se retorcía entre sueños, le abrazaba y le susurraba que no pasaba nada. En algún momento abrió los ojos y me dio las gracias casi susurrando.

Por la mañana yo quedé dormida en el sofá. El se levantó y me preparó unas ricas tortitas con chocolate (mis preferidas) para desayunar. Dibujó en las tortitas con chocolate dos ojos y una boca sonriente. Cuando desperté y vi la mesa con el desayuno listo, sonreí. Desayunamos juntos. El no paraba de darme las gracias y yo no paraba de decirle que no me las tenía que dar.
No me fui de su casa hasta que me prometió que seguiría curándose la herida y que a partir de ahora miraría más por él mismo. Me prometió que lo haría. A cambio le dije que nos volveríamos a ver cualquier otro día.

Le conté a unos amigos lo que sucedió y que pasé la noche con él. Todos pensaron lo mismo: que nos habíamos acostado. Qué equivocados estaban, no todos los hombres necesitan acostarse con amigas para seguir siendo hombres, o para sentirse mejor, también necesitan cariño, compañía, ternura: no estar solos. Esa noche le cuidé y no hizo falta sexo para que se sintiese mejor.
A día de hoy sale con una chica. Llevan 1 año y medio juntos ( y que duren ), me comentó que le contó lo miso que he contado yo en este post, y ella le dijo que tuvimos sexo aunque no lo quiera reconocer. Él le aseguró que no, que durmió en mis brazos toda la noche, y que por la mañana me preparó el desayuno. Su novia sigue sin creerle, y para ella soy la amiga que se aprovechó de su tristeza para echar un polvo con el. Se reía mientras me lo contaba, y me decía que si al menos eso hubiese sido cierto, que vale, pero que no siéndolo...............
Cómo somos a veces las mujeres. A veces comprendo demasiado a los hombres.

6 comentarios:

Pepe 14 de marzo de 2008, 23:49  

Más que unos descerebrados sedientos de sexo, los hombres somos unos idiotas desvalidos con falta de cariño...

Menos mal que estáis vosotras, que sino qué asco de mundo (aunque a este también le llega...)

Anónimo 17 de marzo de 2008, 17:47  

Menudo gilipollas

Anónimo 17 de marzo de 2008, 19:56  

Güenas!
Hace tiempo que me paso a leerte, pero nunca te había escrito nada.
Me gusta como escribes ;).
Bonita historia.
Besos.

eigual 17 de marzo de 2008, 22:13  

Gracias issendil, me gusta que te hayas decidido a escribirme un comentario. Me has hecho sonreír. Espero leerte más a menudo. Un saludo!

Luna Carmesi 18 de marzo de 2008, 6:32  

Hay cierta tendencia a pensar que si te acuestas con alguien, te abraza a él, y existe un consuelo a nivel efectivo deberia haber sexo...
Yo creo que no.
Que cada cual que tome su lectura aunque esa ausencia en estos casos simplemente engrandece la relacion entre ambas personas si hay sinceridad entre ambas personas.

Anónimo 18 de marzo de 2008, 16:31  

venga ya hombre, si no se acostó contigo es porque eres lesbiana perdida, que si no hubiera intentado propasarse. anda que como están las cabezas...

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.