Hace poco me llegó una carta: Me querían comprar mi vida. Me ofrecían mucho dinero. Respondí a la carta, le pregunté que quién era, y que porqué quería comprar mi vida. Si aparentemente no tenía nada fuera de lo común. Me dijo que no podía decirme quien era, que solamente me enviaría el dinero acordado, y que yo desde que tuviese ese dinero en mi poder tenía que huir: cambiar de ciudad, de trabajo, de pareja. Tenía que dejarle absolutamente todo; mi vida entera.
Sí, también tenía que dejarle mis objetos personales, incluida mi ropa.
Era mucho dinero el que me ofreció. Me dijo que oportunidades como esa solo se presentaban una vez en la vida. Al principio no estaba segura. No quería. Luego me entraron las dudas, y pensé que quizá podía coger ese dinero, huir de la ciudad, y luego volver. Podía volver al cabo del tiempo, vivir en la misma ciudad, buscar un trabajo parecido al que tenía. Se lo dije a mi pareja, le dije propuse que me dejase antes de que yo aceptara y que luego huyese conmigo y con el dinero a otro lugar.
Quedó pensativa, pero me al final, me dijo que sí, que aceptaba.
Llamé a esa persona, le dije que le vendía mi vida. Me dijo que mejor me daba el dinero en persona, que era dinero negro. Accedí. Quedamos en un lugar céntrico. Aluciné cuando la vi, y era idéntica a mi. Me dió el dinero metido en un sobre. Lo abrí, lo conté. Estaba todo. Le dí las llaves de mi piso. Le dije que todo estaba allí, que no me llevaría nada. Me señaló el bolsillo, en él llevaba mi móvil. Me dijo: Te dije todo, el móvil también va incluido. Cuando me disponía a borrar los mensajes y la agenda me tiró un tirón de él. No hagas eso, dijimos que me lo vendías todo, ¿recuerdas?, si no aún te puedes echar atrás. Quedé quieta, mirando como se metía mi móvil en su bolsillo.
Me despedí de ella. Llevaba el sobre con el dinero dentro de mi bolso, y el bolso bien pegado a mi cuerpo. Iba en busca de mi pareja, quería cogerla de la mano e irnos juntas lejos, muy lejos, donde siempre hemos querido ir y no hemos podido porque el dinero no llegaba.
Pero cuando iba a llamarla por teléfono no podía, no tenía el móvil. Que tonta fui. Como me sabía el número de memoria, fui a una cabina, la llamé, pero no me cogió el teléfono. Llamé a casa, y por fin alguien me descolgó el teléfono. Pero no era mi chica. Era a quién le había vendido mi vida. Quedé muda, y más aún cuando escuché al otro lado a mi chica, preguntarle ¿cariño, quién llama?. Entonces fue cuando me di cuenta que en realidad había vendido mi vida. No había sido consciente del todo hasta ese momento.
Huí, me fuí a otra ciudad. Intentaba hacer mi vida como podía. Pero me costaba, porque solo pensaba en la vida que tenía antes. Me faltaba todo el rato mi vida. Lloraba cada noche. Tenía dinero, no me faltaba nada material, pero no era feliz, porque había perdido lo más importante: 26 años de mi vida.
Quién me compró mi vida era feliz. Ella estaba consiguiendo todo lo que yo podría haber conseguido y fue extraño leerme el libro que podía haber escrito yo. Extraño no haber podido estar en mi boda. Extraño leerme en columnas de periódicos importantes. Y leer cada día posts que yo nunca podría volver a escribir en este blog.
No vendas tu vida ni por todo el dinero del mundo.
Sí, también tenía que dejarle mis objetos personales, incluida mi ropa.
Era mucho dinero el que me ofreció. Me dijo que oportunidades como esa solo se presentaban una vez en la vida. Al principio no estaba segura. No quería. Luego me entraron las dudas, y pensé que quizá podía coger ese dinero, huir de la ciudad, y luego volver. Podía volver al cabo del tiempo, vivir en la misma ciudad, buscar un trabajo parecido al que tenía. Se lo dije a mi pareja, le dije propuse que me dejase antes de que yo aceptara y que luego huyese conmigo y con el dinero a otro lugar.
Quedó pensativa, pero me al final, me dijo que sí, que aceptaba.
Llamé a esa persona, le dije que le vendía mi vida. Me dijo que mejor me daba el dinero en persona, que era dinero negro. Accedí. Quedamos en un lugar céntrico. Aluciné cuando la vi, y era idéntica a mi. Me dió el dinero metido en un sobre. Lo abrí, lo conté. Estaba todo. Le dí las llaves de mi piso. Le dije que todo estaba allí, que no me llevaría nada. Me señaló el bolsillo, en él llevaba mi móvil. Me dijo: Te dije todo, el móvil también va incluido. Cuando me disponía a borrar los mensajes y la agenda me tiró un tirón de él. No hagas eso, dijimos que me lo vendías todo, ¿recuerdas?, si no aún te puedes echar atrás. Quedé quieta, mirando como se metía mi móvil en su bolsillo.
Me despedí de ella. Llevaba el sobre con el dinero dentro de mi bolso, y el bolso bien pegado a mi cuerpo. Iba en busca de mi pareja, quería cogerla de la mano e irnos juntas lejos, muy lejos, donde siempre hemos querido ir y no hemos podido porque el dinero no llegaba.
Pero cuando iba a llamarla por teléfono no podía, no tenía el móvil. Que tonta fui. Como me sabía el número de memoria, fui a una cabina, la llamé, pero no me cogió el teléfono. Llamé a casa, y por fin alguien me descolgó el teléfono. Pero no era mi chica. Era a quién le había vendido mi vida. Quedé muda, y más aún cuando escuché al otro lado a mi chica, preguntarle ¿cariño, quién llama?. Entonces fue cuando me di cuenta que en realidad había vendido mi vida. No había sido consciente del todo hasta ese momento.
Huí, me fuí a otra ciudad. Intentaba hacer mi vida como podía. Pero me costaba, porque solo pensaba en la vida que tenía antes. Me faltaba todo el rato mi vida. Lloraba cada noche. Tenía dinero, no me faltaba nada material, pero no era feliz, porque había perdido lo más importante: 26 años de mi vida.
Quién me compró mi vida era feliz. Ella estaba consiguiendo todo lo que yo podría haber conseguido y fue extraño leerme el libro que podía haber escrito yo. Extraño no haber podido estar en mi boda. Extraño leerme en columnas de periódicos importantes. Y leer cada día posts que yo nunca podría volver a escribir en este blog.
No vendas tu vida ni por todo el dinero del mundo.
2 comentarios:
Con la vida que llevas, tendrías tú que pagar caro para que alguien se quedase con tu vida. Y aun así, habrías timado a quien se la quedase
El problema de vender tu vida, es que también tienes que vender los sueños por los que has estado tanto tiempo luchando, y ahora, no volverás a ver jamás....
Lástima, pero ya no hay paso atrás, piensa que siempre te quedará, crear otra vida, o incluso comprar la que vendiste...
Suerte!
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