Cosas sencillas

Llego a Hacienda. Tenía cita previa (menos mal). El número 248 en la mano. Cuando entro en la sala veo un montón de gente esperando. Pregunto a la mujer que está en el mostrador, que parece harta de contestar siempre a las mismas preguntas: lo noto por como me responde. Me dice que van con retraso de 1 hora y 15 minutos. Quedo perpleja ante la eficacia de Hacienda. Son tan eficientes como por teléfono, bueno, al menos te atienden personas, y no máquinas. Quedo de pie apoyada en la pared, miro a la gente: nunca he visto tantas personas desesperadas juntas. A los 20 minutos una mujer se levanta porque ha llegado su turno, y me siento en la silla. A mi lado hay un hombre mayor, cada vez que cantan el número y sale bien grande en la gran pantalla, el hombre mira el papel con el número y se desespera aún más. Y así hasta pasados 120 números. Me entretengo mirando al hombre cada vez que se escucha un número y me hace un comentario sobre lo lentos que son. Cuando por fin cantan el número del hombre, éste se levanta e incrédulo queda frente a la pantalla, alternando la mirada con la pantalla y el papel, hasta que el vigilante (que también hace las veces de personal) le llama la atención para que se dirija a la mesa número 15.

Yo también me desespero. Hasta que dicen mi número. Leo en vez de mesa 36, mesa 26, y el vigilante me llama la atención. Es que tanto tiempo esperando a que llegue tu turno terminas trastornada. Llego a mi mesa, con ayuda, pero llego.Una chica con gafas de pasta de color negro se supone que me atiende, eso sí, cuando deje de mirar el móvil, pues lee un mensaje que parece interesante. Lo primero que me pregunta es: ¿Queda mucha gente fuera?. Le respondo que no, que unas 10 personas. Me dice que tiene muchas ganas de irse y bla, bla. La comprendo, estos minutos de más no se los van a pagar. Te sale a devolver -me dice- ¿confirmamos?. Le digo que sí. Y me siento como una idiota, con lo fácil que ha sido todo, ningún problema, nada. Y no se quien parece más idiota en esos momentos: ella echando horas extras que no le pagaran, o yo por haber estado preocupada durante un mes entero por algo tan sencillo como estar en una sala durante una hora y cuarto, decir que quiero confirmar el borrador, escribir mi DNI, firmar, y encima para decirme que me devuelven dinero.
Que complicadas hacemos las cosas sencillas.

4 comentarios:

Carla 22 de mayo de 2008, 9:53  

Ais, ver que no era tan dificil! :D

Meiko 22 de mayo de 2008, 17:56  

Tambien podrias haber ido un dia cualquiera a hacienda (como hice yo), esperar unos 15 o 20 minutos para que te den una copia de tu borrador (si no lo has recibido antes) y confirmarlo tu misma en la pagina de Hacienda en internet (si te interesa lo que sale en el borrador).

Saludos!

Javi 22 de mayo de 2008, 20:12  

Hola!!!
buenas!!!

Pues imagínate al pobre hombre que esté esperando como tú toda la mañana para que le digan que tiene que pagarles dinero encima....

Una experiencia bonita esta de ir a hacienda... xd

abrazos

-javi-

Josemy 22 de mayo de 2008, 21:49  

Pobre... pero, bueno, por lo menos piensa que te ha tocado a devolver, ¿no?

Y, ahora yo te pregunto, ¿qué complicadas hacemos las cosas sencillas? o ¿qué sencillas vemos las cosas complicadas cuando están hechas?

Bss

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.