La gente baja deprisa por las escaleras del metro. Bajan envueltos en prisas y horarios (de trabajo, de tren, de citas). Te golpean si vas despacio, te empujan si ven que te detienes a mirar a un hombre que con su guitarra se intenta ganar el pan. Algunos le miran por encima del hombro (otros ni miran), les resulta raro ver a un hombre ganarse la vida de esa forma, yo sin embargo, lo considero arte.
Si sales a la calle puedes ver que son los turistas casi los únicos que miran al cielo. Que contemplan los edificios. Parece que solo ellos disfruten de las calles. Y nosotros.... nosotros que las tenemos a diario no les hacemos ni caso. Nos hemos acostumbrado a que todo esté en el sitio que está. Que ciegos estamos.
Salgo del trabajo y subo al metro. Una vez dentro veo a un chico en una silla de ruedas con motor. Se nota que no está bien, aparte de no poder andar, tampoco puede hablar. Lo único que puede mover es la mano, y haciendo un gran esfuerzo. Con esa mano, guía su silla. Todo el mundo lo mira, y él nos mira a todos. En la siguiente parada sube una mujer, con un niño en un carro, nadie se aparta para que la mujer pueda acomodarse con el carro en un lugar más cómodo que delante de la puerta entorpeciendo el paso. Sin embargo, el chico de la silla de ruedas, le cede su sitio a la señora con el carro. Y el chico con su silla de ruedas va abriéndose paso entre la gente, que lo miran y se apartan corriendo, como si el chico les fuese a pisar los pies. Y los pies nos los pisamos nosotros mismos, con nuestra forma, tan particular, de ser.
Si sales a la calle puedes ver que son los turistas casi los únicos que miran al cielo. Que contemplan los edificios. Parece que solo ellos disfruten de las calles. Y nosotros.... nosotros que las tenemos a diario no les hacemos ni caso. Nos hemos acostumbrado a que todo esté en el sitio que está. Que ciegos estamos.
Salgo del trabajo y subo al metro. Una vez dentro veo a un chico en una silla de ruedas con motor. Se nota que no está bien, aparte de no poder andar, tampoco puede hablar. Lo único que puede mover es la mano, y haciendo un gran esfuerzo. Con esa mano, guía su silla. Todo el mundo lo mira, y él nos mira a todos. En la siguiente parada sube una mujer, con un niño en un carro, nadie se aparta para que la mujer pueda acomodarse con el carro en un lugar más cómodo que delante de la puerta entorpeciendo el paso. Sin embargo, el chico de la silla de ruedas, le cede su sitio a la señora con el carro. Y el chico con su silla de ruedas va abriéndose paso entre la gente, que lo miran y se apartan corriendo, como si el chico les fuese a pisar los pies. Y los pies nos los pisamos nosotros mismos, con nuestra forma, tan particular, de ser.
8 comentarios:
Me has recordado a un chaval que está en mi facultad, y tb está en silla de ruedas eléctrica...
A veces, los que "más posibilidades" no la sabemos aprovechar, y sólo estorbamos a los que no pueden, y lo intentan...
Me has dejado pensando...
Bss
Si un post sensiblero hace pensar a alguien por contar subjetivamente las vivencias de un impedido en silla de ruedas con motorcito, confirmado: te leen un hatajo de lerdos/as.
Crea una secta, Eigual. Si afirmas con la misma sensiblería y vehemencia que el dios verdadero tiene forma de vaca rosa con alas que se manifestará un día concreto en un punto concreto del planeta bailando el Aserejé, aquí tienes una buena caterba de gilipollas que irán a ver si aparece tal rumiante mesiático.
Y encima, si te lo montas bien, les sacas pasta a estos/as pazguatos/as y te forras.
Fantástico, dónde hay que firmar para que montes la religión anti trolls como el del post anterior?
jajaja madre de dios, Eigual, y esta amiguita de donde te la sacaste? Tanto odio me huele a amor no correspondido.
Me ha dejado el post con la boca abierta. De verdad pasó así? Somos tan bobos a veces...
Creo recoradar que el metro es muy impersonal, al igual que la vida en las grandes ciudades.
no sé si el problema es que estamos demasiado naturalizados, o exactamente al revés, demasiado desnaturalizados.
Ocurrió tal y como lo he contado: no me he inventado nada.
Y gracias a todos por vuestros comentarios, me gusta saber, una vez más que hay alguien ahí detrás, que lee las cosas que escribo.
Qué paséis buen fin de semana. Yo tengo puente y me voy a Valencia.
Hola!!!
La verdad es que verdaderamente triste lo que cuentas y el poco respeto que hay por la gente.
Ese chico dio una verdadera lección de humildad a todos los alli presentes
Pásalo muy bien en el puente!!!
Un abrazo
-javi-
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