Quedan 6 horas

Me quedan 6 horas para subir en el autobus que me llevará hasta Madrid.
La noche antes de viajar, sea el viaje que sea, me pongo muy nerviosa. Porque tengo miedo de que el despertador no suene, y perder el transporte que sea. Cuando era pequeña me sucedía lo mismo. La noche antes de ir a alguna excursión, no dormía. Y por la mañana no podía despertar, y mi madre se preguntaba como podía ser que no despertase con lo ilusionada que estaba con la excursión. Ahora que soy mayor, me da miedo que el despertador no suene, me da mucho miedo quedarme dormida. Recuerdo que antes, cuando viajaba mucho, porque mi pareja estaba en otra ciudad, tenía el mismo miedo, y les decía a mis amigos que por favor me dieran un toque largo al móvil a tal hora, por si mi despertador no sonaba. Lo que pasa que se lo decía a varios amigos, por que también tenia miedo de que si se lo decía a uno solo, se pudiese quedar dormido y no avisarme.

Sí, son manías. Paranoias, o como se le quiera llamar. Soy una obsesa del tiempo. No me gusta llegar tarde a ninguna parte, no me gusta que nadie tenga que esperarme más de lo preciso. Eso me ha pasado siempre, por eso, siempre llego a mis citas media hora antes. O cuando me voy de viaje, siempre tengo que estar en la estación una hora antes, porque prefiero dar vueltas por las estaciones, o el aeropuerto, a tener ese nudo en la garganta, producido por el estrés, de no llegar a tiempo.

Miro la cama: debería de irme a dormir, sin embargo, las ganas de escribir me han acorralado en el pasillo, y me han dicho que o escribía unas lineas o no me dejaría dormir esta noche, las 5 horas que me quedan:


Echarte de menos


Rasgo las paredes,
con tu ausencia.
Escribo en voz alta tu nombre.
Abrazo tu almohada,
y tu olor me abraza,
y me eriza el vello.

No se esperarte, amor.
No sé contar los días que quedan,
para volverte a ver.
El calendario ahoga mi espera,
y llena de lagrimas los ojos,
que hace días te despedían,
y gritaban de pena.

Se que el tiempo te traerá,
e inventaremos nuevas noches,
y nuevos caminos,
hasta encontrar nuestras manos.
Quiero no necesitarte tanto,
y sin embargo no lo consigo.
Porque me golpea,
el silencio que dejas,
en esta habitación.

Cuando te vas,
la cama se parte en dos,
las laminas se caen de la pared,
la luz se funde,
y la habitación se queda sin aire.

Yo pierdo las caricias debajo de la cama,
y despierto en mitad de un sueño,
buscando la botella de agua en el suelo.
Y digo tu nombre bajito,
y de respuesta escucho
como tú dices el mio.

Echarte de menos,
no se si es esto,
pero de algo si estoy segura:
quiero dejar de descubrirlo.

eigual

8 comentarios:

Anónimo 14 de julio de 2008, 12:18  

Debí de ser una honrosa excepción a tu regla. Porque rara vez fuiste puntual.

Ledicia 15 de julio de 2008, 16:23  

Eso del miedo a no despertarme o la paranoia de ¿he puesto el despertador? y dar la luz en medio de la noche es algo que se supera con los años, aprendes a pasr de todo eso, te lo dice la voz de la experiencia!! (dios parezco mi abuela hablando!)

Ya nos contarás que tal por Madrid!

Un besazo!

eigual 16 de julio de 2008, 7:47  

tu_sombra: Rara vez quedé yo con una persona como tú, con un sin fin de personalidades y todas dañinas. Te contesto a este comentario porque ya se quien eres. He descubierto tu anonimato de múltiples personalidades para querer hundirme en la miseria, y tú no sabes que no me hundes, que al contrarío, me elevas. Un saludo, de una "persona" que a pesar de tu particular forma de ser, te aprecia.


ledicia: Tengo que escribir un post sobre lo de Madrid, claro que sí, pero acabo de llegar a casa, en autobus y estoy muerta. Luego escribo. Gracias guapa!

Anónimo 16 de julio de 2008, 14:12  

No, me da que no has caido bien en quien soy. Porque sí quedaste conmigo en unas cuantas ocasiones.

eigual 16 de julio de 2008, 14:43  

tu_sombra: yo no digo que no quedé contigo, alguna que otra vez. Lo que digo es que rara vez hubiese quedado contigo conociendo la persona dañina (y la otra palabra no la encuentro) que me has demostrado ser.

Lo mejor que podrías hacer es borrar cualquier recuerdo mio que puedas tener. Dejar de leer este blog, que tanto te disgusta y vivir tu vida. No me vayas a ser ahora como el perro del hortelano. Que creo que para eso ya, no tienes edad, y además, no creo tener importancia en tu vida, según demuestras con cada una de las palabras que escribes con tus opiniones varias, en tus múltiples personalidades.

No quiero perder mi tiempo contestando comentarios tuyos. De hecho te he contestado porqué ya se quien eres (gracias a lo inverosímil y fácil que era poder conocer tu identidad, pues te advierto que escribes en un blog público y en el cual se registran datos. Datos a los que yo puedo acceder fácilmente).

Así que no te extrañe si en ocasiones no público alguno de tus comentarios peliagudos de una de tus múltiples personalidades. Con lo fácil que es tener un solo nick, un solo nombre. Pero es que tu nunca fuiste fácil (de nada).

Anónimo 16 de julio de 2008, 16:29  

Pues sigues perdiendo el tiempo contestando, es evidente.

Anónimo 16 de julio de 2008, 16:43  

Siempre que entro a leerte me llenan tus palabras.

Ánimo con tu novela y tus escritos, y no te entretengas contestando a quien no lo merece ni te merece.

Hasta otro rato que te lea y te disfrute.

eigual 17 de julio de 2008, 0:29  

tu_sombra: Si, he perdido mi tiempo como tu bien dices en contestarte, pero si lo he perdido es porque ya sé quien eres. Y hay algo que no te dije, y es que no volveré a contestarte nunca más, a ninguno de tus comentarios, y que si sigues insistiendo, directamente no publicaré ninguno.
¿No te cansas de tus múltiples personalidades?. A veces alagando, a veces insultando. ¿Tan mal estás ? ¿tanto miedo te da reconocer quién eres y cómo eres?.

No, no contestes. No hace falta.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.