Cuando veía el mundo desde sus brazos


Hace tiempo que me di cuenta que recordaba cosas de mi pasado, de cuando era bien pequeña. Y entre las cosas que recuerdo y las que mi Madre, con paciencia, en más de una ocasión me ha ido contado, he podido saber cuanto de feliz fui cuando aún estaba aprendiendo a caminar.
Recuerdo aquellos días, entre fina arena de playa y algas. El chupete se me caía a la arena, y al estar mojado quedaba rebozado de ésta: no se como mi Madre siempre se daba cuenta de estas cosas, y me salvaba siempre de que me lo llevase dentro de la boca. Dice que yo me reía. Que sonreía cuando me regañaba para que no tirase el chupete a la arena. Y yo, cada vez que se descuidaba, lo lanzaba una y otra vez, y la miraba con una gran sonrisa en la boca.
Mi Madre, siempre me ha dicho, que la sonrisa que se dibujaba en mi cara era la más bonita que jamás había imaginado que vería nunca.
Siempre quería ir en brazos de mi Madre o Padre, esto lo recuerdo con mucha claridad. Y sé porque quería ir todo el rato en brazos. No era por no querer andar. Es que, desde los brazos de mi Madre o Padre se veía el mundo. Era como asomarte desde un rascacielos, desde el cual contemplas toda la ciudad. Esto nunca se lo llegué a contar a mi Madre: porque ella siempre me ha dicho que el motivo era el no querer andar, pero el verdadero motivo es el otro.

Me críe en una Isla.La isla más bonita de este mundo, y donde algún día me gustaría volver: Formentera, se llama.Mis Padres trabajaban allí, en la temporada de Verano, y yo, como no, les acompañaba. Gracias a eso fui tomando un color de piel, moreno, y realmente bonito. La gente me decía que yo parecía "un conguito" no se se si por el color o por lo redonda. Recuerdo que allí, en la Isla, iba de mano en mano, todo el mundo quería cogerme, darme mimos, regalos, helados, y todas esas cosas que de niña, te vuelven loca. Iba de mano en mano y eso me encantaba.
Un día a mi Madre le entró el miedo de que me secuestraran. Y ya nunca más fui de mano en mano. Si mi Madre salía por ahí, con mi Padre, y la gente decía de cogerme, mi Madre me agarraba bien fuerte, y ponía cualquier excusa tonta, como por ejemplo: "es que está hecha caca".
Recuerdo que mis Padres, siempre, me han cuidado con sumo cuidado.
Y ahora, con ya 26 años, siempre me he preguntado que tiene que ser para mis Padres verme tan mayor, al haberme tenido entre sus brazos tan pequeña. Tiene que ser una sensación de una enorme fuerza, y una ternura infinita: es como si el fruto, tu fruto, el ser de tu ser, se transformase dando lugar a una mujer guapa, adulta, responsable, llena de amor y poseedora de una vida llena de sueños, ilusiones y sonrisas.

Las Madres, son Madres hasta el último día de sus vidas. Quieren cuidarte hasta cuando ya vives fuera de casa y sabes hacerte tu misma todas las cosas, aún conservan ese instinto maternal: te siguen viendo pequeña.
Cuando aún vivía en casa, me dí cuenta que mi Madre seguía cuidando de mi. Solo que ya no tenia que pedirle que me cogiese en brazos para ver el mundo.

Es lo que tiene crecer que ya puedes buscar tu solo la altura suficiente desde la que ver el mundo. Lo único que a veces, sigues necesitando la ayuda de tus Padres para entender según que cosas.

eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.