Mamá cocinaba al otro lado de la casa. Cada vez que lo hacía la casa se llenaba de olores que te atrapaban y no te dejaban escapatoria.
Mirar a mi Madre es traer a mi el recuerdo de aquel sabor tan rico de croquetas caseras, es recordar esas natillas con galletas maría al fondo, tan buenas... Esos flanes caseros, de huevo, que duraban en el frigorífico lo que un beso de mi madre dentro de su boca.
Mamá cocinaba para todos y nunca pedía nada a cambio. Cuando entraba en la cocina, todos abandonábamos nuestras habitaciones, apagábamos la Tv y huíamos con ella.
Recuerdo aquellos huevos cocidos. Fíjate tú que tontería: huevos cocidos. Pero que buenos sabían si mamá rompía la cáscara y te mojaba un poquito de pan, para empezar. Comerse un huevo se convertía en la mejor manera de terminar el día.
El otro día, mientras cocía un huevo lloré. Que tontería, también, ¿verdad?.
Cuando saqué el huevo del agua me asaltó una duda: ¿habría quedado el huevo tan bueno como los que cocía mi madre?. Saldría de dudas si lo cascaba y miraba dentro, y así lo hice. El huevo había quedado perfecto. Estaba líquido. Le eché un poquito de sal, cogí un poco de pan, lo mojé y lo llevé a mi boca. Mientras me comía el pan mojando en el huevo me sorprendí, porque las lagrimas se habrían paso hacía mi cuello. Entonces cerré los ojos, respiré hondo, y llamé a mi madre por teléfono: ¿Mamá... cómo hacías esas croquetas caseras........?
Mamá cocinaba para todos y nunca pedía nada a cambio. Cuando entraba en la cocina, todos abandonábamos nuestras habitaciones, apagábamos la Tv y huíamos con ella.
Recuerdo aquellos huevos cocidos. Fíjate tú que tontería: huevos cocidos. Pero que buenos sabían si mamá rompía la cáscara y te mojaba un poquito de pan, para empezar. Comerse un huevo se convertía en la mejor manera de terminar el día.
El otro día, mientras cocía un huevo lloré. Que tontería, también, ¿verdad?.
Cuando saqué el huevo del agua me asaltó una duda: ¿habría quedado el huevo tan bueno como los que cocía mi madre?. Saldría de dudas si lo cascaba y miraba dentro, y así lo hice. El huevo había quedado perfecto. Estaba líquido. Le eché un poquito de sal, cogí un poco de pan, lo mojé y lo llevé a mi boca. Mientras me comía el pan mojando en el huevo me sorprendí, porque las lagrimas se habrían paso hacía mi cuello. Entonces cerré los ojos, respiré hondo, y llamé a mi madre por teléfono: ¿Mamá... cómo hacías esas croquetas caseras........?
1 comentarios:
Siempre es hermoso recordar esos momentos, siempre gusta, y si se llora por eso no tiene nada de malo...
Yo le estoy temiendo marcharme de casa, y dejar de comer las tortillas de patatas que me hace mi madre.... pero, supongo que siempre podré volver de vez en cuando...
Bss guapa
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