En el trabajo: parte 23345.5466.7574

Mi Padre habría estado orgulloso de verme hoy sentada llevando yo sola todo el departamento.
Hoy llevaba la camiseta de Coco, todo el mundo me miraba. Las envidias siguen corriendo por los departamentos. Mientras, yo, envuelta en papeles, códigos y colores, sueño con que alguien venga y me arrebate el puesto.
Yo era feliz en el otro departamento, donde solo tenía que sentarme, mover papeles, y a veces, incluso aburrirme: podía inventarme historias para contar luego aquí, en el blog. Podía inventar nuevas ideas, para escribir luego en mi novela, la que ahora mismo tengo totalmente congelada. Cuando estaba en el otro departamento me surgían muchas ideas, las podía incluso ir apuntando en una libreta para recordarlas y que no se me olvidaran, para luego, llegar a casa abrir la libreta y escribir.

Antes no tenía calentamientos de cabeza. El trabajo, por decirlo de alguna manera salía solo.
Hoy he sudado, aparte de que la calefacción está demasiado alta: me he puesto nerviosa porque el trabajo se me escapaba de las manos, se desbordaba, y de milagro lo he podido salvar.Y eso me ha hecho sudar.
Coco y yo: solos, ante el peligro. Yo debía ser la única friky en el departamento.
Estoy al lado del baño, y todo el mundo que va a mear o a hacer otras cosas me mira.
Me imagino a la gente sentada en la taza del váter deseando que llegue la hora de salida: les imagino cagando y pensando en los jefes.

Me levanto de mi silla. Mi Padre estaría orgulloso. Su hija es encargada de un departamento. Mi Padre nunca me verá sentada en esa silla. No está aquí, y de estarlo no podría verme. Es igual.
Cuando me llama no le digo en qué trabajo. No quiero que piense que me estoy forrando (que no es así, por cierto), y no quiero que les diga a sus amigos que tiene una hija que trabaja en tal sitio, no quiero que se convierta en un padre de esos que presume delante de sus amigos de una hija que tiene, pero a la que nunca llama ni le pregunta si necesita algo. Y su hija, sin él saberlo, no llega ni a fin de mes.

La gente que trabaja aquí es un equipo. Somos una pirámide. Si a uno le tiemblan las piernas, si cae, la pirámide corre el riesgo de caer, como si de un castillo de naipes se tratase.
Me he imaginado el edificio cayéndose. Mucha gente, no se movería del sitio. Se quedarían sentados allí: porque para alguna gente es más importante salvar su empleo que su vida.
Yo en estos casos prefiero no imaginarme: aunque me imagino pensando que escribir cuando llegase a casa. Me imagino con el móvil tomando fotos de la gente histérica, de los cristales rotos, de mi cara.

Mi día ha sido patético. Como habrá sido, para empezar a imaginarme que se caía el edificio.
Como habré salido de trabajar, que mientras esperaba a que mi metro llegase, he visto a una niña que no tendría más de 15 años, con un iPod en la mano y he pensando en tirarle un tirón y quedármelo, antes de que llegue algún loco, se lo intenté quitar, la tire al suelo, e intente violarla incluso.
La miraba tanto, que la niña creo que se ha asustado.

Pero que haya tranquilidad: nunca robaré a nadie.
Aún no estoy tan desesperada.

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eigual

Empecé a escribir este blog en una época bastante importante de mi vida. Aquí he escrito poemas y relatos. De la única forma que se. Hace poco me mude a www.escriboaqui.es con las mimas ganas de escribir que nunca. Con nuevos proyectos y sueños. Disfruta de todas las palabras que se quedaron aquí.