Kilometros de vida.

Decías que ibas a dar la vuelta al mundo en tu coche. Que en tu maletero cabían nuestras vidas y sueños.
Tu coche, azul, tenía corazón: para tomar su pulso bastaba con mirar sus dos faros parpadeantes, con ritmo acompasado.
Dentro de el te sentías libre: solo le falta volar, decías, mientras acelerabas hasta llegar a 120.
Yo te miraba, y pensaba que sin el quedarías muerta: sin vida.Abandonada.Necesitabas la velocidad para vivir.
Era ella quien te daba la excusa perfecta para sentirte viva. Porque desde que entrabas dentro, tu vida dependía de ti, solamente de ti, un error, un fallo y te perderías para siempre.

En aquella ciudad era extraño. Los días en que tu ausencia brillaba, me iba fijando en todas las matriculas del mismo modelo y color de tu coche, por si era el tuyo; por si eras tú.
Lo había escuchado tantas veces, que lo podría reconocer por tan sólo el sonido que hacía su motor al acercarse a casa. Era increíble. Si cierro los ojos aún puedo escucharle rugir.

Pero él un día desapareció. Desaparecisteis los dos, de la noche a la mañana. Ya nunca os volví a ver. Pero aún recuerdo; su sonido, su corazón parpadeante, y el brillo que producía el sol al chocar contra la chapa.
De lo único que me quedé con ganas fue de verte dentro de el intentando alcanzar la máxima velocidad, y como no, salir por la puerta del copiloto por mis propios medios.
Siempre os recordaré como uno sólo. Fueron tantos los momentos juntos: Nunca pensé que tendría que recordar este momento. Y es que las cosas, nunca las piensas hasta que un día te sorprendes pensándolas. Y te puedes quedar con el recuerdo, o tirarlo. Yo prefiero quedármelo.
Tú, no lo sé.


[texto inventado, mezclado con recuerdos y vivencias].